13 de noviembre de 2008

Por Siempre Tayos - Débora Goldstern

POR SIEMPRE TAYOS
DÉBORA GOLDSTERN©



Juan Moricz dentro de la Cueva de los Tayos, 1969. 
Se aprecian bloques perfectamente cortados

Hoy queremos rememorar un hito que tuvo lugar hace exactamente un año. Teniendo como escenario los salones de la Orden Rosacruz, que gentilmente prestó sus instalaciones para el evento, pusimos a disposición del público presente una plancha de cobre que después de 42 años vio la luz por vez primera.

Que ese material saliera del claustro privado, fue el resultado de tres años de trabajo e investigación sobre el destino de la Biblioteca Metálica de la Cueva de los Tayos, nuestra meta principal, y cuyo interrogante lentamente comenzamos a responder.

De aquella presentación queda registro escrito y fotográfico, que reeditamos una vez más para que pueda ser apreciado por los fieles lectores de Crónica Subterránea.



Conferencia sobre el enigma de los Tayos
CRÓNICA DEL DÍA DESPUÉS
por Gustavo Fernández

http://www.aforteanosla.com.ar/fernandez%20afr/boletines/%5BAFR%5D%20Revista%20AFR%20N%BA%20176.pdf

Vértigo. Si el vértigo intelectual es posible, eso sentí un día de noviembre de 2007 cuando tuve en mis manos por primera vez “la plancha”. Largas charlas mediante y hectolitros de café compartido habían decidido a Guillermo Aguirre a darme la oportunidad de acceder al conocimiento de esa primera plancha. Estaba, casi con descuido irreverente, guardada en un sobre de papel manila aún timbrado en su origen ecuatoriano y fue seguida, minutos después, por otras tres, una de oro y dos pequeñas de plata. Una prolífica abundancia de glifos y diseños ora mayas, ora aztecas, ora asirios o babilónicos, aquellos quizás incaicos, estos ¿griegos? me enfrentaban al enigma en el que aterricé de bruces, sin siquiera salpicarme de desconfianza.

Sólo había conocido “de paso” a Goyén Aguado pero ello y toda la documentación y vivencias transmitidas por Aguirre reforzaban una convicción: Julio era un hombre íntegro que estaba convencido de los dichos de Moricz, de sus afirmaciones sobre la “biblioteca metálica” o “tesoro” y que, además, conocía “in situ” la enigmática caverna.

Así que no me costó mucho dejarme convencer de sumarme a esta conferencia, donde fungí de presentador, claro que un tanto “ersatz”. Lo dije en la misma: no entendía muy bien qué aportaba yo allí. De modo tal que luego de mis palabras de circunstancia, Débora Goldstern, factótum de la misma —en las cómodas instalaciones de la Logia Rosacruz, en Charlone 90, pleno barrio porteño de Chacrita— nos introdujo en un video donde se resumía la historia del descubrimiento, sus matices, su impredecible impacto en el futuro revisionista de la historia de la humanidad.


Y luego cedió la palabra a Guillermo Aguirre, quien coloquial y cálidamente nos guió en el derrotero de conocer a un Goyén íntimo, echando luces sobre tantas incongruencias y nebulosas afirmaciones que circulan por ahí desde que Erich Von Däniken lo diera a conocer al mundo en su libro “El oro de los dioses”. Corroboramos entonces una vez más que el suizo apenas si visitó alguna de las entradas secundarias, limitándose a reproducir fotografías seguramente originarias de la colección del padre Crespi. Supimos de los esfuerzos ímprobos de la expedición que en 1976 organizara el escocés Stanley Hal con el apoyo del gobierno ecuatoriano para infructuosamente no llegar al corazón del enigma. Supimos de las mediocridades y mezquindades de la Iglesia de los mormones, que morosamente trató de acceder al secreto a cambio, casi, de unas monedas, ignorando que ni Goyén ni Moricz veían en Judas un modelo a seguir.

Compartimos la sospecha de una operación “fantasma” organizada por agentes de inteligencia durante el gobierno argentino de facto del general Onganía para traer al país, tras la fachada de una “misión comercial”, elementos de las cuevas, comprobamos —sí, comprobamos, y la totalidad de las evidencias están en el libro de Aguirre— que entre Moricz y Goyén se estableció un circuito de bienes y documentos que no sólo posicionan en el mapa la verdadera ubicación de la “cámara del tesoro” sino da pistas ciertas de la ubicación del huidizo “tesoro de Atahualpa”, nos entusiasmamos con el relato casi jamesbondiano de incógnitas cajas fuertes aún no abiertas donde se encontraría hasta un gargantuesco esqueleto femenino de alocada antigüedad y estatura —siete metros— y no pudimos, todos, evitar un escalofrío de emoción y recoleto temor ancestral cuando en el momento álgido, Guillermo extrajo de lo que alguien definió como “su mágico maletín negro” una de las planchas. De cobre, formato pequeño, incrustado de ennegrecidos líquenes, es un testimonio de que el enigma perdura.

Quien esto escribe no tiene pruebas ciertas de su pretendida antigüedad. Empero, sí tiene algunas certezas: que la lámina hace décadas estaba en posesión de Goyén. Que vino de Ecuador. Y que estuvo, vaya a saberse por cuánto tiempo, en un lugar húmedo y oscuro. Eso lo hace todo un punto de partida.

Tan cierto fue el interés que la charla despertó en el público asistente, que luego de más de tres horas —sobre la medianoche— pudimos dar por terminado el evento. Resta ahora preguntarse, por ejemplo, qué eco despertará esto en la comunidad investigativa y aficionada que circula por la Web. Porque aquí no se “toca de oído”. No se “refrita” escritos previos. No se “fundamenta” sobre improbables (en el estricto sentido de “no demostrables”) comunicaciones mediúmnicas o canalizaciones etéreas. Aquí, por vez primera todos y cualesquiera tienen acceso a materiales, documentos, cartas, hilaciones ciertas de una historia fascinante. Por primera vez, insisto, la posibilidad, cuando menos la posibilidad concreta de trabajar sobre hechos concretos puede arrojar luz al enigma de los Tayos. A medio camino entre el escepticismo personal de que un enorme número de personas en Internet no lee sino “escanea” y un número no menor de “colegas” medran sólo atentos a mirarse el ombligo y la esperanza idealista de tender un puente hacia las herramientas que le posibiliten a usted, sí, a usted, amigo o amiga lector o lectora, la ocasión de aprender algo realmente original y serio sobre uno de los misterios más difundidos y menos conocidos, el desafío está lanzado.







El significado del grabado de la plancha


Un ser con cuatro dedos, en profunda comunión con el cosmos. Los espirales que rodean el grabado así lo demuestran. Vemos que el humanoide emerge de una pirámide escalonada, rodeada por dos serpientes (símbolos de la sabiduría) y donde también se visualizan dos calaveras (símbolos del renacimiento). A su vez los brazos del ser, conforman el número ocho (símbolo del infinito), lo cual da indicios de que esta raza era sumamente espiritual y conocía los misterios sagrados de la antigüedad.


La plancha es testimonio de una raza desaparecida que habitó hace cientos de años el Continente Americano, antes que un poderoso cataclismo lo desconectara del resto del mundo.



2 comentarios:

  1. Hola Debo:
    Estaba repasando tu blog, y me encontré con este post tuyo. Sólo vuelvo, jeje, a ponerme irónico: ¿porqué será que mientras otros reportajes, artículos, etc., generan comentarios, un caso como éste -donde por primera vez se exhibe públicamente material de Los Tayos- NADIE comenta nada?.
    Pero a fuerza de gallego y taurino, voy a seguir insistiendfo. En estos días lo republico también en mi blog, veremos si alguna vez alguien -especialmente de los colegas- se da por aludido.
    Éxitos para este 2010 (porque la suerte es para los mediocres). Abrazote.

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  2. Hola Taz:

    Para variar nuevamente más lúcido que nunca.

    Quizás esto que te voy a decir no te va a quitar el sabor amargo, pero si ayuda a explicar porque las cosas son como son, en especial con los Tayos.

    Voy a empezar con el clásico, "nadie es profeta en su tierra", y en nuestro caso la máxima vale dos veces. Continúo con: "sacamos del armario un tema tabú, y al abrir la caja de pandora, terribles poderes comenzaron a activarse".

    Digamos que al meter la mano en la llaga, hicimos visible algo, que llevaba oculto mucho tiempo. Algo que no se hablaba, un secreto que puede cambiar definitivamente la historia de nuestro continente.

    Claro que al romper la faja de seguridad, debimos saber que adquiririamos responsabilidades, una de las cuales es con la gente, para despertarlos hacia un mundo desconocido, y que por mucho tiempo estuvo reducido a un "círculo selecto", donde mundo subterráneo, civilizaciones antediluvianas, eran frases comunes, y que ahora de golpe y porrazo, nosotros lo hicimos público.

    Alguna vez Moricz dijo: quizás no seré yo el encargado de dar a conocer el secreto, sino otro. A esto podríamos replicar: no son los tiempos de dar a luz Tayos, pero otro lado creo estuvimos en el lugar y en el momento correcto, para ayudar a preparar el camino.

    Ojalá por tenacidad, paciencia, y otras cualidades que se tenemos, se nos conceda liberar finalmente esa información aún obstaculizada, Es mi mayor deseo para éste 2010, que acaba de arrancar.

    Un abrazo
    Debbie

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