27 de febrero de 2009

Conspiración contra la Atlántida - Débora Goldstern

Conspiración contra la Atlántida
Débora Goldstern

Hace pocos días, una noticia estuvo dando vuelta por los medios. La misma hacía mención a la posible localización de la Atlántida, de la cual según se precisaba, detectaron ciertas edificaciones. Sin embargo, rápidamente se desmintió, y el hallazgo del siglo, quedó para mejor ocasión.

No es novedad, que cada nuevo descubrimiento anómalo que sale a la superficie, sea relacionado con el continente perdido. Es el gran desafío arqueológico, y el premio mayor. Claro está que a estos estusiasta soñadores podríamos aguarles la fiesta si confesáramos que para nosotros, la Atlántida hace tiempo se conoce su localización, y que debido a intereses oscuros, su resurgimiento se mantiene en las tinieblas. Esta información sin embargo, es casi un secreto de estado, y aunque se niega en público, en privado se hacen los intentos por acumular datos sobre esta cultura madre, que sucumbió luego de un espantoso cataclismo si hemos de creerle al filósofo griego.

Como ya mencionamos en nuestro trabajo sobre Atlántida a disposición en el blog, sus restos, de encontrarse se cobijan bajos las aguas del Caribe, cerca del famoso Triángulo de las Bermudas. Cientos son los relatos que señalan aquel lugar, como su ubicación más precisa, y donde gran cantidad de edificaciones fueron observadas, ya sea por investigadores, pilotos de aviación, locales, que de algún modo testificaron a lo largo de los años sobre estos vestigios, rompiendo un tabú que se extiende desde su desaparición.

El texto que ahora vamos a conocer, relata uno de esos testimonios, de manos de un submarinista, que revela algunos de esos enigmas ocultos, mantenido fuera de los ojos públicos, revelando intrigas, sobre éste continente cuya existencia ya no se puede esconder.


Nuevamente saque el lector, sus propias conclusiones.




ALGO CAPAZ DE HACER LLORAR A LOS DIOSES (Capítulo VIII)

El agua era tibia y clara. Resultaba fácil bucear. Estaba a poco más de 100 m de la costa de Bimini y, al mirar a través del cristal de la mascarilla, vi una formación rocosa que me puso la piel de gallina. Las murallas de Ollantaitambo y de Tiahuanaco estaban reproducidas sobre el fondo del océano. Años de incrustaciones coralinas les habían dado un tono muerto y blanquecino; pero las peculiares ranuras de unión estaban allí. A mi entender, la mano de los maestros de obras del Altiplano aparecía claramente visible. Por consiguiente, habían llegado a este lugar.

La primera vez que oí hablar de la Muralla de Bimini fue durante una conversación con Alan Jay Lerner, El poeta y lírico, más conocido por My Fair Lady que por sus trabajos en Arqueología, había formado parte de expediciones que habían registrado el fondo del Caribe en busca de pruebas de visitas extraterrestres en la región. Estaba seguro de que las Bahamas ocultaban importantes claves.

Lo que ví en Biminí confirmó su descripción. Yo había llegado relativamente tarde al lugar este había sido objeto de intenso estudio por parte de buen número de expertos. Algunos habían declarado que la formación era natural. El factor que me hacía discrepar de ellos era la posición de las piezas individuales de muralla. Puedo como prender que corrientes submarinas erosionen la cara de una roca y formen canales en ella, pero jamás he visto una corriente que pueda tallar ángulos rectos y ranuras precisas.

Además de Bimini, hay otros lugares en las costas de las Bahamas donde pueden encontrarse pruebas «elocuentes» de antiguas civilizaciones. El problema de su localización está en el celo con que son guardadas. El elevado precio que alcanzan los objetos de arte antiguos ha hecho que los hallazgos arqueológicos sean tan valiosos como los legendarios barcos españoles con tesoros. Siempre hay buceadores sin escrúpulos dispuestos a apoderarse de cualquier nuevo descubrimiento. Esto dificultaba aún más mi búsqueda. En cuanto planteé la cuestión a un profesional, éste me correspondió con un mudo recelo y cuando, al fin, logré convencer a los, individuos de que lo único que buscaba era información y de que no constituía una amenaza, para su hallazgo, cedieron un tanto, pero, exigiéndome un secreto absoluto. Como dijo un submarinista: «Mire usted, si diese mi nombre y describiese mi hallazgo, diecisiete, tipos que saben aproximadamente dónde he estado buceando, bajarían allí y echarían a perder toda mi dura labor,»

Les prometí el secreto y obtuve más información prometedora.
-Yo me sumergí y descubrí catorce edificios –me dijo un explorador submarino. Su voz cortó el adormilado susurro de las olas y hubo una breve pausa. Yo necesité un momento para digerir la sorprendente noticia. El hombre se refería a un reconocimiento, que había hecho de las islas Bahamas. Las Bahamas son setecientas y pico de islas -han sido llamadas el «archipiélago dorado» -desparramados en 250.000 kilómetros cuadrados de océano, precisamente al este de Florida y Cuba.
¿Dónde se sumergió? -le pregunté.
Frente a la isla de Andros. ¿La conoce? Pocos americanos saben gran cosa de las Bahamas, aparte Nassau. Pero como yo estaba especialmente interesado, conocía Andros.
Tiene unos 150 km de, longitud, y es la única isla grande de todas las Bahamas. Hay partes de su interior boscoso y surcado de riachuelos que nunca fueron pisadas, por el hombre. Sólo unas pocas y pequeñas aldeas salpican su zona costera. A pesar de su extensión y de que sólo está a quince minutos por aire de Nassau, Andros es uno de los lugares menos visitados de las Bahamas. Supongo que no se sumergiría usted en el lado Oriental -le dije.
Al este de, la isla, un cañón submarino, llamado lengua del Océano, se hunde hasta, una profundidad de mil brazas. En cambio, en los otros tres lado, está, el Great Bahama Bank, que tiene muy poca profundidad y llega a medio camino de Florida.
-¡No, por mil diablos! -gruñó, sin más explicaciones.
-Está bien. ¿Qué clase de edificios encontró? -Edificios de piedra. Piedra caliza. Las paredes tienen más de un metro de grosor.
-Bueno, esto concuerda -.murmuré-. La piedra caliza es el lógico material de construcción en cualquier parte de las Bahamas.
Desde luego, la piedra caliza es una roca sedimentaria, formada por el peso del océano que aplasta lentamente los fósiles de trillones de criaturas del mar muertas hace largo tiempo. Yo sabía que había piedra caliza debajo de todo el complejo de las Bahamas.
-Claro -dijo-; la piedra caliza sería el material que utilizaría usted aquí, si se propusiese construir edificios de piedra. Fíjese que digo “sí”

-¿Quiere decir que los indígenas no lo hicieron jamás?
Movió la cabeza en sentido negativo.
-Cuando Colón llegó aquí, no encontró un solo edificio de piedra, ni siquiera en ruinas. En realidad, ningún indio del Caribe construía con piedras. Vivían en cuevas y en chozas bardadas.
-¿Y qué me dice de los españoles?
-Estaban demasiado ocupados buscando oro en América del Sur para que pensasen siquiera en colonizar estas Islas. Y de todos modos, los muros que descubrí allí abajo están mucho mejor construidos que los muros españoles.
-Mejor construidos. ¿En qué sentido?
-Están hechos de grandes bloques cuadrados de piedra bellamente tallada y perfectamente ajustados.
-¡Hum! Los bloques cuadrados se parecen a los materiales de construcción de los Andes -dije.
Contemplé reflexivamente el mar. Los vientos alisios arrancaban suaves plumas blancas de las chispeantes, olas verdes ¡Y yo no dejaba de pensar en lo lejos que se hallaba Tiahuanaco de la isla de Andros! El viaje habría requerido un avión, a menos que sea abriesen paso en la imponente cordillera, remontasen la costa del Pacífico, cruzasen la América Central y navegasen por el Caribe hasta mas allá de Haití, de Cuba y de casi todas las Bahamas.
-¿Están muy juntos los,' edificios? -le pregunté.
-Algunos lo están bastante, a unos doscientos metros los unos de los otros. Pero los hay que distan algunos kilómetros del más próximo.
¿Quiere describirme, uno de los edificios grandes?
-Uno tenía setenta y cinco metros de largo por veinticinco de ancho, y estaba dividido en tres habitaciones. No tenía ventanas. Tampoco pude ver el suelo, aunque tal vez estaba muy hundido en la arena.
-¿Qué creyó usted que era el edificio? -le pregunté.
-Tal vez un templo. Una cosa puedo decirle: hay un templo en Yucatán cuya planta tiene el mismo diseño. Algunos lo llaman el Templo de los Enanos otros, el Templo de las Tortugas. Está en Uxmal. He observado bien este templo, y le aseguro que tiene la misma configuración.

Le pinché un poco:
-¿No podría ser esa estructura una trampa para coger peces o un vivero para guardar tortugas o esponjas después de capturadas? –
¡Qué va! Ya sé lo que dijeron los arqueólogos acerca de otras formas de la costa, de Bimini Pero esto no era un vivero de tortugas subacuático. ¿Por qué había de construir alguien un pozo para tortugas con una forma rectangular tan exacta? ¿Por qué cortar unos bloques tan grandes de piedra caliza y arrastrarlos hasta allí desde, la playa? ¿Por qué ajustarlos con tanta perfección? No era una obra más primitiva que las murallas del Perú.
Seguimos hablando durante largo rato. Él me explicó que había excavado en varios sitios, cerca del edificio más grande, en el silencio verde. Había encontrado vasijas y figuritas de cerámica enterradas. Pero no tenía la menor idea de la civilización que las había hecho.
Después, su investigación llegó a un callejón sin salida. Durante dos años, envió fotografías a expertos de todo el mundo, y ninguno de ellos había visto nunca vasijas o figuritas similares. Pero nadie se atrevía a clasificarlas o a citar una posible zona dé origen, por miedo a que algún otro experto le pusiese en ridículo.

Más tarde me dijo:
-Todos temen verse envueltos en la controversia sobre la Atlántida.
Sin embargo, descubrió una interesante clave.
Cualquier objeto que haya sido cocido, en un horno puede ser sometido a pruebas científicas, pruebas mediante las cuales puede, calcularse aproximadamente su edad. Pues bien, las pruebas parecían indicar que aquellas piezas habían sido confeccionadas entre los años 5000 y 3000 a. de J.C. Aparte esto el enigma continúa.

La Arqueología subacuática es una de las nuevas ramas de la Ciencia. Pero solo adquirió, su aspecto práctico en 1942, cuando Jacques Costeau inventó el pulmón acuático (aparato para respirar debajo del agua), Este maravilloso ingenio permitió a los hábiles buceadores rastrear el fondo del mar, abriendo, así casi cinco millones de kilómetros cuadrados de tierra, sumergida a una investigación minuciosa.

En las cuevas, sumergidas de Francia y Gran Bretaña los buceadores encontraron valiosísimas reliquias, pre-cristianas y algunos de los murales más antiguos del mundo. En el Mediterráneo, descubrieron diversos testimonios de los grandes antepasados de la civilización occidental que habían surcado aquellos mares: egipcios, fenicios, etruscos, griegos, romanos. En las Bahamas, pensé, podrían encontrar las claves más interesantes.

Hay mucha agua en las Bahamas -dijeron los navegantes-, y en numerosos puntos es poco profunda.» Esta agua de los bajíos es la más cla­ra del mundo, porque no hay ríos en las islas (salvo el pequeño Goose River, de Andros). Los aviadores han dicho a menudo que vieron pare­des, edificios, plazas y calzadas, a pocas brazas de profundidad en los llanos cristalinos. Incluso han circulado rumores sobre una ciudadela de 1,6 ha frente a las costas de Cuba.[1]

Pero yo no podía distinguir toque había de real y de ficticio en estos relatos. Con frecuencia, los hallazgos desaparecen al poco tiempo, cubier­tos por las movedizas arenas del fondo ... Sin em­bargo, mis incursiones en las Bahamas confirma­ron algunos hechos para mi satisfacción.

El conjunto de Bahama Banks es una masa de tierra. que estaba sobre el nivel del" mar en tiempos bastante recientes, según cuentan el tiem­po los geólogos y los arqueólogos. ¿Por qué es­toy tan seguro de esto? Contemplad un mapa de profundidades del océano alrededor de las Bahamas. Tomad un lápiz y seguid el borde de la zona de menos de 15 m de profundidad. Vereís una enorme isla, rodeada por el verdadero océano, y que comprende incluso el cañón submarino, la Lengua del Océano, que se hunde en los bancos, de las Bahamas, directamente al este de Andros.

Los buceadores han descendido siguiendo la abrupta base oriental de Andros. En la cara de este declive descubrieron cavernas y grutas llenas de estalactitas y estalagmitas. Las estalactitas se formaron el lento goteo y evaporación de un agua que lleva minerales en disolución; eviden­temente, no podía haber evaporación debajo del mar. Las estalagmitas surgen del suelo de una cueva al caer gotas de agua desde el techo e ir depositando granos de mineral y el agua sólo puede goteara través de una capa de aire.
Por consiguiente, las cuevas tenían, que estar en tie­rra seca durante los largos períodos en que se formaron aquellas estructuras rocosas. ¿Por qué he dicho que los bancos de las Ba­hamas estaban secos «recientemente»? Los geólogos afirman que en la última Edad de Hielo, grandes masas de hielo se extendían hasta Wisconsin, y que la «sabana» helada inició su lenta retirada, hacia el Norte alrededor del año 9000 a de J.C. En los siglos posteriores, al derretirse centímetro a centímetro, y después palmo a palmo, las montañas de agua helada, empezaron a subir los mares, probablemente hasta cien metros o más por encima de .su anterior nivel durante los milenios en que se fundió el agua atrapada en los glaciares. Esta subida inundó antiguas islas y las plataformas costeras de los continentes.

En este período «reciente» --digamos entré los anos 8000 y 2000 a. de J.C., según un cálculo aproximado-, los moradores de las plataformas actualmente sumergidas tuvieron que abandonar sus poblaciones. Seguramente, los pueblos de antes de la inundación que sobrevivieron a ésta transmitieron inolvidables leyendas sobre las lluvias, los desbordamientos y las invasiones del mar, de que habían sido víctimas.

A mi entender, esto explica el relato del Antiguo Testamento sobre el Diluvio, que coincide de un modo sorprendente con otras narraciones que circularon entre tribus indígenas y civilizaciones cultas de muchas partes del mundo
Yo sabía que en las ruinas de Ur, Mesopotamia, había innumerables indicios de una catastrófica inundación que había depositado una capa de barro de tres metros de grueso; las tablíílas de arcilla de, Nínive describían una épica lucha contra una capa móvil de barro que niveló el suelo hasta dejarlo «liso como un techo»; leyendas sobre 'el Diluvio perduraron durante siglos en Australia, India, Polinesia, Tíbet, Cachemira e incluso en Lituania.

Los mismos descubrimientos geológicos y arqueológicos explicaban, a mi modo de ver, las ruinas sumergidas en los mares Mediterráneo y Egeo, los edificios de piedra a pocas brazas de profundidad de las Bahamas, y las: referencias contenidas en los antiguos escritos griegos y romanos sobre continentes perdidos, islas misteriosas y ciudades olvidadas que «desaparecieron en el mar»

Bueno, cabía admitir que algunos, de estos lugares, se hubiesen hundido súbitamente a consecuencia de un terremoto. Pero la explicación más probable de casi todos ellos era, sencillamente, que se hubiesen sumergido en los tiempos de las catastróficas inundaciones de finales de la Edad del Hielo.

Estas catástrofes eran, sin duda, capaces de hacer llorar a cualesquiera colonizadores procedentes del espacio exterior, que, después de enseñar y construir nuevas e misiones acá y allá, se hubiesen encontrado con que la inexorable subida de los mares sumergía sus colonias.

Si sospecharon que las aguas podían seguir subiendo hasta cubrirlo todo salvo los montes más altos, unos superhombres como Viracocha y/o Ouetzalcóatl y/o Kukalcán pudieron muy bien emprender el vuelo en una nave espacial; jurando tristemente regresaren un imprevisible momento del futuro.

Supongamos que Tiahuanaco fue la primera base de seres procedentes de otro mundo. Supongamos, como ya hemos hecho en anteriores capítulos que, estos seres enviaron emisarios a través de, los Andes mezclando su esperma con la de los indígenas y poniendo, grandes y mudas señales en el desierto peruano, para guiar a las naves espaciales que, llegasen más tarde. ¿Cuál habría sido su paso siguiente?

Yo presumo que el paso siguiente habría sido construir otra base en lo que era entonces una tierra vasta y agradable: la meseta Bahama.

Confieso que la única prueba sólida que apoyaba, hasta entonces, esta conjetura, era el estilo arquitectónico de aquellos muros de piedra caIiza. Sus grandes bloques, perfectamente tallados y ajustados, eran más parecidos a los de las ruinas andinas que cualesquiera otras construcciones descubiertas en el mundo. Pero aunque el estilo de la edificación resultase algo diferente después de un examen más completo, yo seguía preguntando: ¿Dónde aprendieron los desconocidos constructores, de Andros, la tecnología necesaria para cortar y manipular unos cubos de piedra tan grandes?
Los arqueólogos no habían descubierto seña les de buena ingeniería o de tecnología avanzada en el pueblo prehistórico de otros lugares de las Bahamas ... o de las Indias Occidentales, en Cuba o Haití o en cualquier otra tierra del Caribe, o incluso en la costa atlántica de las Américas.

¿Qué útiles se emplearon para cortar los bloques de piedra de Tiahuanaco, de las ciudades incas y, por implicación, de Andros?
Debían de ser unos útiles sumamente sencillos y compactos, ya: que, por lo visto, sus usuarios podían traerlos desde grandes distancias.
Casi con toda seguridad, tenían que ser útiles eléctricos de alguna clase. Sin embargo, nada ví en las Bahamas: que indicase una fuente de energía prehistórica. Escaseaban los materiales minerales. Difícilmente podía pensarse en potencial hidráulico. La fuente debía- de ser algo más exótico, algo desconocido aún de la Ciencia moderna.
Descubrí una vaga clave, de esta fuente de energía. La clave estaba en otro misterio persistente, que flotaba desde hacía muchos años sobre una región cercana del océano.[2]

[1] La información resulta más que sugerente, teniendo en cuenta que este libro data de 1974. Efectivamente en las costas de Cuba se localizó hace unos años, una ciudadela, bautizada como Mega que se rumorea podría tener que relación con la Atlántida. Sin embargo hay mucho secretismo en cuanto a este hallazgo, y actualmente un manto de silencio se impuso, una costumbre que no sorprende. Véase: http://caribelindo.blogspot.com/2005/11/mega-uno.html
[2] El autor alude al enigmático Triángulo de las Bermudas.
Véase:
Fuente:Landsburg, A. En Busca de Antiguos Misterios. Barcelona: Plaza & Janes, 1977.

Is Cuba Part of Atlantis?



Is Atlantis Found On Google Earth?



Brads Scuba Cam, Bimini Road

2 comentarios:

  1. ola m llamo kida y m interesa eso de la atlantida soy fan suya eh y kiero saber mas de ella . existio?????

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  2. Hola Kida:

    En lo personal pienso si existió, es más, estoy convencida.

    Como bien ilustra este artículo, así como otros, partes de sus restos reposan en el Océano Atlántico, en la zona del Caribe, y cercano al legendario Triángulo de las Bermundas.

    Es cuestión de poderes, porque su localización es secreto de estado. Cosas del mundo, que pronto espero dejen de estar ocultas, y salgan a la luz.

    En Crónica Subterránea hay mucha información sobre Kusha, el nombre de Atlantis para los esoteristas, fijate en el menú, etiqueta Atlántida. Cualquier duda a tu disposición.

    Se bienvenida a Crónica Subterránea.

    Débora

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