17 de febrero de 2009

Diario de Un Brujo- Mundo Subterráneo - Brasil

PAUL GREGOR

Nuestra Crónica Subterránea dirige su mirada hacia el lado oscuro de este mundo interior. Como es arriba es abajo promulga esta máxima hermética, y los mismo ocurre con la luminosidad, a la que se opone la misma cantidad de oscuridad. La construcción de esta Humanidad actual, que hoy venimos trasitando se rige por estos principios, que son la base de nuestro mundo, donde la materia gobierna.

A la Hermandad Blanca, los Superiores Desconocidos, los paralelos se cruzan y a veces convergen. Para que el lector pueda digerir este post, es necesario que examine de nuevo los infinidades de relatos que venimos analizando juntos, en la búsqueda del esquivo mundo subterráneo. También debe hacerse eco de una antigua tradición que da cuenta que luego del derrumbe de ancestrales civilizaciones antediluvianas aún no aceptada, e ignoradas su existencia, como la Atlántida y Mu, los poderes gobernantes de aquellos imperios ignotos se dividieron en dos bandos irreconciliables: el sendero de la derecha y el del izquierda, enfrentados por el conocimiento y de como debía avanzar la Humanidad a futuro.

También se debe recordar que parte de la destrucción de estos "mundos anteriores", fue a causa de excesivo uso de la magia, que se corrompió en hechicería y que hoy día se sigue practicando. Viejas tradiciones cuentan de poderoso brujos atlantes, cuyos encantamiento iban en contra del mismo sol, poderes inmensos en hombres que aún no tenían un desarrollo completo. Este desvío causó mucho daño, y provocó la actual división, ya citada.

El relato que vamos a conocer se publicó en 1964, a través de su libro "Diario de un brujo". Está protagonizado por un francés, Paul Gregor, quién vivió una alucinante experiencia en el infierno verde, o sea, el impenetrable Amazonas. A través de su narración somos testigos, del otrora mundo subterráneo, donde en catacumbas impenetrables se practican extraños ritos antiquísimos, pero de naturaleza maléfica. Esta un alerta, que debemos tomar en cuenta, para saber a que nos enfrentamos. No todo siempre es lo que parece.
Esta versión la tomamos de Juan Parellada de Cardellac, "Reinos Perdidos y Claves Secretas", viejo conocido de este blog, ya que tradujo del original francés al castellano.


Hace poco más de diez años, llegó a mi poder un extraordinario documento autobíográfico, Diario de un Brujo, que su autor, Paul Gregor me había enviado en circunstancias extrañas. Cuando poco tiempo después de la pérdida de un ser querido regresé a París, me fue imposible dar con el paradero de Paul Gregor. Se había eclipsado. Ninguno de los que le habían conocido ha vuelto a saber de él.

Tengo la impresión de que regresó a Brasil recuperado por la temible «macumba», y se perdió como tantos otros en las inmensidades de selva tropical o en sus catedrales subterráneas donde se celebran extraños misterios. Porque, contrario de las cavernas y túneles descritos anteriormente deshabitados en nuestros días, pero que cobijan irrefutables testimonios de una civilización superior, las catacumbas del subsuelo brasileño están actualmente habitadas por seres demoníacos.

«Uno de ellos era Tiberio, apellidado Satán. Sólo el Diablo, sabía quién era en realidad. Diablo y yo -confesaba Paul Gregor-: en todo caso poseía el más impresionante poder psíquico que jamás he podido observar en hombre alguno ... ¡en el supuesto de que sea un hombre.!»

Durante el año que paso Paul Gregor dirigiendo su explotación forestal en una región que el mapa del Museo del Hombre califica de «prácticamente impenetrable», descubrió cuatro «socavones» que él designaba irónicamente de «boca del Metro de los infiernos», sin sospechar la verdad que sus palabras encerraban y que en día no lejano habría de descubrir. No ignoraba que "numerosos arqueólogos y exploradores, como Fawcett, Mauffray y tantos otros, habían desaparecido para siempre buscando un antiguo y 1egendario imperio. Habrían hecho mejor buscándolo, en las profundidades, en el centro de las selvas amazónicas, y no en los altiplanos inmensos y vacíos del Mato Grosso.

«Como no soy arqueólogo -dice- los ídolos de rostros bestiales, en general; de piedra, pero a veces de cerámica, que he podido observar en mis descensos, son de la época precolombina o incluso más antiguos«

Según las tradiciones de los indígenas, aquellas estatuas fueron esculpidas' por artistas divinos o satánicos (para ellos es lo mismo), en todo 'caso inmortales, llegados del Este, después de un -espantoso cataclismo que nos recuerda el Diluvio Universal y la Atlántida. El inquietante Tiberio sería uno de ellos: Por oscuras razones, levantaron esos altares, excavaron esas galerías a través de las cuales profundizaron hacia el núcleo, hacia la «vagina del mundo», donde nace todo el fuego y toda el agua del planeta, de donde surgen las corrientes de lava de todos los volcanes y los manantiales desconocidos del Amazonas. En aquellos fondos, que son los cimientos tenebrosos del Universo, se estableció el pueblo de los misteriosos constructores los «Satanes del Este», que dejaron circular por los laberintos periféricos algunos centinelas corno Tiberio.
Me parece inútil aclarar que este pueblo subterráneo, por, grandes que sean sus poderes, no tienen nada que ver con el Agartha de Saint-Yves d'Alvedre, de Ossendowsky, de Guénon, ni con el A... revelado por el Gran Maestre de la Rosa Cruz en el primer capítulo del presente trabajo. En último extremo, sería su contrafigura, como Satán sería la contrafigura de Dios. ¿Existen debajo de estas cavernas, como aseguran los indígenas, tesoros ocultos, tiaras, gemas, maravillosas y pesadas piezas de oro con efigies de monstruos astrales?.

«Lo ignoro -dijo Paul Grégor evasivo-; en todo caso, ví unas inscripciones parecidas a la escritura arábiga, idénticas a otras -indescifrables hasta el momento- que se encuentran cerca de Pernambuco y de Bahía, atribuidas por la tradición a unos navegantes venidos de las Atlántidas, hace unos quince mil años. Si me abstengo de dar unas precisiones topográficas que podrían permitir a los turistas y a los aventureros la invasión de estos lugares, no es por miedo a que me problemáticos tesoros. Mi discreción obedece a motivos más graves: de naturaleza psicológica … y mágica. Existen represalias a distancia, contra las cuales ninguna Policía, sanatorio, ni Iglesia, podrían protegerme.

En el Brasil hay una selva inmensa, con u extensión equivalente a ocho veces la de la Península Ibérica o Francia, de la cual se desconoce la mayor parte. Allí todo es posible. ¿Qué sabemos de la ciudad de la Esmeralda Lunar de la que se conservan los planos en la Biblioteca Real de Bahía? ¿Cómo encontrar las huellas ancestrales en una selva que cubre 400.000.000 de hectáreas, y cuya vegetación encubre en quince días obra abandonada?


«Yo no soy el Satán de esta historia. Mi negrura personal es menos densa que la de los diablos de los antros amazónicos. ¡He hecho muchas cosas, pero no el comercio de los "zombos" !

Eso decía Paul Gregor en su defensa, cuando de regreso en París tras haber podido escapara a la magia de la selva tropical, oía murmurar, a sus espaldas comentarios poco gratos de este estilo: «Es un tipo raro ... tiene ojos de asesino … es brasileño … no, pero ha publicado varios libros sobre el Brasíl … ha encontrado un tesoro, en el Amazonas ... no, está arruinado... ¡qué' va! Ha sido el guardaespaldas de un dictador y se casado con su hija ... Me hace pensar en Drácula ... o en Boris Karloff!» En realidad, Paul Gregor despertaba en Francia, a duras penas, de una. tremenda pesadilla. 'El «brujo» había, sido embrujado a su vez por la magia sexual de la «Reina Negr'a», una mulata sarara» (de pelo rubio natural), convirtiéndose en juguetes de sus actividades maléficas. Era hermosa, seductora, y la Policía la buscaba en vano por las grandes ciudades del Sur. He aquí su ficha policial: «Consuelo de Costa Lima, llamada la Reina Negra". Edad: veintiocho años. Pad res desconocidos. Educación: (mala) en la Asistencia Pública. Color de la piel: morena clara. Color de los ojos verdes. Señales: cicatriz de 12 cm encima del seno izquierdo. Domicilio: Penitenciaría de Caruara, escenario de su primera acrobacia (saltó por la pared). Profesión: envenenadora.»

«Ella y Tiberio Satán formaban conmigo un extraño y peligroso trío …Yo vivía una parte de aquellos acontecimientos bajo hipnosis; si, porque yo también fui víctima de un hechizo, un hechizo sexual ... Fuí utilizado para el reclutamiento de las "zombies".» .

Las «zombies» son «muertas vivas» que han sido enterradas en los cementerios y reexpedidas algún tiempo después hacia otros establecimientos dedicados a ese infame comercio. Porque, como los faquires que permanecen enterrados durante semanas, los cadáveres robados, en los cementerios o «zombis», son personas hipnotizada y drogadas, antes de haber sido dadas por muertas y de proceder a su entierro oficial. ¿Es posible? SI, es un crimen abominable, y en principio perfecto, pues nadie investiga acerca del paradero de una persona muerta y enterrada. Si por casualidad alguien se tropieza con una persona «resucitada», evita hablar de ello, por miedo a que lo tomen por loco. en

Y Paul Gregor confiesa: “Yo utilizaba médiums para descubrir en la selva el emplazamiento de los cedros centenarios, y para averiguar si alguno de mis obreros o rivales proyectaba "eliminarme”. Había aprendido con. los indígenas una técnica de fascinación eficaz y 1a utilizaba para defenderme. Pero nunca había podido ponerla al servicio de la trata de blancas. A pesar de mi fuerza magnética, fui un dócil instrumento en las manos criminales de una bella sinvergüenza. Jugó conmigo y hasta con Tiberio. Ángeles y demonios, espíritus y fuerzas sobrenaturales, eran manipulados por ella en su propio beneficio. Y su triunfo fue espectacular, por lo menos provisoriamente.»

Treinta días después de haber abandonado las catacumbas amazónicas, alquiló un lujoso apartamento en el «Copaeabana Palace», en el centro de la más hermosa playa de América del Sur, donde disfrutaba de piscina privada, vestía de alta costura, con visones, joyas, disponía de “Cadillac”, y todo por un estilo. La brujería le había enseñado, entre otras cosas, a cambiar de aspecto. ¿Quién podría reconocer en aquella elegante y deliciosa criatura a la envenenadora escapada de presidio? ¡Si le sobraba dinero para sobornar a todos los policías de Río!

Allí se reunió con ella Paul Gregor, después de liquidar sus cedros amazónicos. Con ella convivió por espacio de seis meses, participando de sus múltiples y turbias actividades, sin darse cuenta del papel que inconscientemente del papel que estaba desempeñando: el de un brujo embrujado. Había estado hipnotizando a numerosos “zombies”, sin darse cuenta de que era juguete del increíble magnetismo de aquella bestia sexual qu era la “Reina Negra”.

Cuando regresó a París, le pareció a Paul Gregor despertar de una horrible pesadilla. Deambuló algún tiempo como un sonámbulo, esforzándose por deslindar lo real de lo imaginario, tarea difícil que no vamos a analizar aquí, pues nos llevaría muy lejos y no encaja en el marco de este trabajo. Baste decir que lo real no es solo lo tangible, añadiendo que esto sería, en último extremo lo menos real, por pertenecer a la esfera de los fenómenos cambiantes o Maya, la ilusión. Digamos que Paul Gregor, agobiado por esos recuerdos, vivía la extraña impresión de haber asistido a una película de vampiros, y se interrogaba, angustiado, hasta que punto la película era verdad.

Porque hubo escenas de vampirismo a cargo de Tiberio Satán, en las cavernas subamazónicas del Brasil, pobladas de jóvenes e infelices zombies. Me niego a relatar esas repelentes ceremonias.

Paul Gregor, errante por las calles de París, llevaba siempre consigo un recorte de periódico que le ayudaba a percatarse de que no soñaba, a recordar lo que había presenciado objetivamente y a convencerse de que aquello pertenecía al pasado. Un pasado que se oscurecería con el tiempo, como la foto de la “Reina Negra” que aparecía en la página amarillenta de aquel periódico de Bahía, pendiendo de una cuerda patibularia, con el rostro tumefacto, los ojos desorbitados y el cuerpo medio devorado por un ejército de hormigas blancas. Antes de ahorcarla había sido atada encima de un hormiguero. Es un tratamiento que aplican allí a los parricidas. Las familias de algunos “zombies” habían conseguido desenmascarar a la “Reina Negra”. “Un poco gracias a mí –dice Paul Gregor-. ¡Cuando me acuerdo de aquello, todos los “Dráculas” y los “Frankenstein” me parecen cosas de niños!”.
Véase:
Gregor, Paul. Journal d' un sorcier

3 comentarios:

  1. Enorabuena por tu fantastico blog,acabo de aterrizar en el por causalidad.
    Lo voy a poner en los enlaces,en mi blog (que es,por si quieres visitarlo):http://explayandose.zoomblog.com/
    He puuesto tu articulo;conspiracion atlantida con su correspondiente enlace.
    Saludos

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  2. Gracias David por tus palabras, bienvenido a Crónica, desde ya un placer. Agregare tu enlace.

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  3. Me sorprende y me gusta encontrar personas que de alguna manera recuerdan al maestro Paul Gregor. Siguió un camino iniciático...no sé como definirlo...¿para valientes? sea como sea, sus libros basados en experiencias directas se transformaron para muchos de nosotros en un maestro en casa. Encantado de encontrar esto.

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