31 de marzo de 2009

El llamado de los Andes

Desde hace un tiempo, Crónica Subterránea viene refiriéndose al papel que los Andes están destinados a cumplir a futuro. Este certeza se ve avalada, por algunas señales que ya se están comenzando a manifestar, y que se vienen detectando desde hace casi dos años.

Estos signos se vinculan a un cambio ya anunciado en innumerables profecías, que hacen mención al destino de esta región sudamericana, que abarcaría Perú, Chile, Bolivia, y Argentina, además de México, como uno de los focos que también son parte de este cambio por venir. Sin entrar en fechas, ni hablar de los tan mentados escritos mayas, tan de boga en estos días, podemos si coincidir que esta vez, el mundo será testigo de un evento inusual, al cual deberemos ir preparándonos, y el cual profundizaremos en la medida de lo posible, sin convertirnos en voceros de la mal bautizada "nueva era", en nuestro blog.

Muchos son los maestros que actualmente atendiendo a este llamado, se encuentran visitando las regiones andinas, confirmando este sentir. El año pasado, la Argentina recibió a Drunvalo Melchizedek, un místico norteamericano, que adquirió fama mundial a través de la enseñanza de la Mer Ka Ba, que popularizó en Flor de la Vida I, II, y III, donde dio a conocer las técnicas sobre este método oculto.

Como ya dijimos la visita de Drunvalo tuvo un motivo especial, y que se vió reflejada en una charla que adjuntamos al final del post.

Elegimos dos capítulos de su último libro, Serpiente de Luz después de 2012, donde se reflejan estas concepciones expuestas. !Andinos, atender!


Capítulo 3
LA SERPIENTE DE LUZ Y LA GRAN PIRÁMIDE BLANCA DE
TÍBET

Tal y como ha registrado la ciencia, hace dieciséis mil años tres grandes trozos de un asteroide cayeron sobre el océano Atlántico junto a la costa de lo que hoy se conoce como el estado de Georgia, en Estados Unidos. Los sacerdotes de la Atlántida supieron que el fin de su gran país estaba cercano.

Hace dos mil años, Platón denominó a este continente perdido Atlántida y habló con admiración de su cultura y su belleza, pero la mayor parte de los arqueólogos modernos siguen considerándolo solamente una leyenda. A pesar de todas las búsquedas y exploraciones realizadas a lo largo de los años para probar su existencia, no se ha podido establecer nada concluyente, pues cuando la Atlántida desapareció bajo las olas del océano Atlántico se llevó con ella toda evidencia al fondo del mar.

Por eso, en este momento, no es posible comprobar esta historia. Pero es de esperar que en el futuro sí se pueda. Edgar Cayce, el Profeta Durmiente, afirmó en los años veinte que la Atlántida volvería a surgir del océano Atlántico, cerca de Bimini, antes del año 1970, y es muy posible que así lo hiciera. En enero de ese año, la revista Life informó de que muchas islitas pequeñas procedentes del fondo oceánico, que se encuentra a más de dos kilómetros y medio de profundidad en las cercanías de Bimini, asomaron a la superficie en diciembre de 1969. Muchas de ellas volvieron a sumergirse, pero algunas siguen estando allí hoy día. ¿Era correcta la predicción de Cayce? El tiempo lo dirá.

Cayce realizó más de doce mil predicciones para los años anteriores a 1970, y sólo una de ellas resultó equivocada; una sencilla, relacionada con un hermano gemelo al que realizó un diagnóstico. Luz Espiritual del Mundo, la kundalini de la Tierra, una energía en forma de serpiente enroscada en las profundidades de la Tierra, residió dentro de este antiguo continente durante miles de años. Fue esta energía espiritual la que hizo que otras culturas acudieran de todas partes del mundo a la Atlántida en busca de iluminación, tal y como los modernos buscadores viajan de todo el mundo a India y Tíbet.

Aquel inmenso asteroide realmente se precipitó desde los cielos tres mil años antes del fin de la Atlántida, pero constituyó la razón física de la desaparición del continente. La kundalini de la Madre Tierra, la Serpiente de Luz, pronto iba a empezar a mudarse a un nuevo lugar para aportar equilibrio a lo que rápidamente se iba a convertir en un nuevo mundo. Un mundo nuevo, quizá, pero este impacto iba a significar el hundimiento y la muerte de la Atlántida.

Debes recordar siempre que no existen los errores. Todo sucede por razones que afectan a todos los tipos de vida, en todas partes y con absoluta precisión. Los sacerdotes internos del antiguo continente de la Atlántida, la Hermandad Nakkal, sabían, gracias a su conocimiento interior, el lugar exacto al que se mudaría y en el que se establecería la Serpiente de Luz, enroscada como una sierpe en el interior de la Tierra, para hibernar durante otro largo ciclo de trece mil años, y que al cambiar su situación sobre la superficie del planeta cambiaría también la forma en la que los seres humanos interpretan la vida. La Hermandad Nakkal sabía que tendría que abandonar la Atlántida y mudarse al lugar donde la Serpiente de Luz iba a encontrar su nuevo hogar.

También sabía que, dondequiera que se instalara la Luz del Mundo, las personas que habitaran en esa región se iban a convertir en los grandes maestros espirituales del planeta. Siempre ha sido así, pues esta Luz afecta a las personas que viven cerca del lugar donde reposa y les lleva de forma natural a un estado de iluminación que depende de su capacidad para recibirlo. Los habitantes de esta nueva región iban a comenzar a despertar y a recordar su íntima conexión con todo tipo de vida, en todo lugar, y con Dios. Con el tiempo recordarían incluso el lugar sagrado del interior de sus corazones donde reside Dios y donde dio comienzo la creación. Y en su recuerdo, se convertirían en luces espirituales para el resto de la humanidad simplemente por su propio ser.

Por eso, la Hermandad Nakkal comenzó a hacer planes para abandonar su amado país de la Atlántida y seguir a la fuente de su entendimiento. No tenían otra elección. Hicieron sus planes y se prepararon para irse casi doscientos años antes de que la Atlántida se hundiera finalmente y se prepararon para irse casi doscientos años antes de que la Atlántida se hundiera finalmente en el océano, antes de verse inmersos en el caos. Con el tiempo, los nakkals siguieron a la Gran Serpiente Blanca de la kundalini de la Tierra hasta una zona remota situada en las alturas de los Himalayas, en una región occidental de lo que hoy día se denomina Tíbet.

Cuando finalmente la Atlántida se hundió, hace unos trece mil años, sus sacerdotes externos (no los nakkals internos) la abandonaron rápidamente en lujosos barcos. Se vieron forzados a salir del país por los terremotos, los volcanes y los incesantes hundimientos de tierras y avenidas de agua. No se trasladaron muy lejos. Los sacerdotes externos llegaron a las costas de lo que en la actualidad es la península del Yucatán, en México, y hoy día los conocemos como los mayas.

Sabemos que esto es así no sólo porque lo afirmen los mayas, sino también gracias a un antiguo documento en piedra encontrado por los arqueólogos en Yucatán, denominado Códice Troano, que se guarda L-n el Museo Británico. Se estima que tiene al menos tres mil quinientos años de antigüedad, fue traducido por el historiador Augusto Le Plongeon y describe con gran detalle el hundimiento de la Atlántida.

El calendario que los mayas tienen en el presente fue creado originalmente durante la época en que la Atlántida estaba viva y en 1 menas condiciones, y fue llevado en mano a Yucatán por los sacerdotes en su fuga de una muerte segura. Este sacerdocio externo está vivo entre los mayas actuales y su representante es Hunbatz Men, un sacerdote y chamán maya elegido en los años ochenta por los ancianos secretos como portavoz para el mundo exterior. Ahora ha sido reemplazado por un hombre humilde llamado don Pedro Pablo, también elegido por los ancianos mayas. En el interior de la cultura maya encontramos a don Alejandro Cino Pérez Oxlaj, que conserva la información original desde los comienzos mismos de esta cultura. Don Alejandro es en la actualidad el presidente del Alto Consejo Sacerdotal Maya, formado por más de cuatrocientos ancianos de México, Belize y Guatemala. El tiempo desvelará la profundidad de sus conocimientos y su sabiduría.

La Gran Pirámide Blanca

Los nakkals, los sacerdotes internos de la Atlántida, llegaron a Tíbet con tremendas dificultades para comenzar la construcción de una de las mayores pirámides del mundo. Es una pirámide hecha de sólidas piedras blancas y que, en la actualidad, da la impresión de haber sido creada en tiempos modernos, pues su estado de conservación es perfecto. Parece completamente nueva. Esta Gran Pirámide Blanca tenía dos misiones simultáneas: marcar la localización exacta de la energía kundalini de la Tierra y enfocar esa energía en beneficio de la humanidad. Creó una zona de energía que abarcaba enormes distancias; los habitantes de aquella región iban a experimentar unos cambios muy especiales en sus mentes, cuerpos y corazones. Algunos iban a cambiar más que otros, pero con entrenamiento los cambios iban a ser inevitables. Esta influencia sobre las personas hizo surgir grandes maestros espirituales, cuya iluminación alcanzó al resto del mundo. Tíbet, algunas partes de China, India y Nepal se convirtieron en el nuevo centro de la Luz del Mundo (aunque en la época de la construcción de esta pirámide, ninguno de estos países había nacido aún). Tuvieron que pasar casi seis mil años después de que la Atlántida se sumergiera en el océano antes de que la raza humana comenzara a recordar lo que realmente era y la civilización volviera a florecer una vez más. Durante todos esos miles de años, los nakkals permanecieron junto a la Gran Pirámide Blanca para protegerla y para prosperar con su energía iluminadora.

Con el tiempo, los nakkals dieron origen a la raza tibetana y han perdurado hasta la época moderna. Lentamente, la influencia de la Serpiente de Luz comenzó a dar vida a grandes almas como Lao Tzu, que escribió el Tao Te Ching {Libro del recto camino}, una de las obras más importantes jamás creadas. Y por supuesto, creó el / Ching, probablemente el libro más asombroso que se haya escrito nunca y que provino también de esta región. Buda vivió dentro de su área de influencia y creó el budismo, una religión mundial que, según mi experiencia personal, posee más que ninguna otra un profundo entendimiento de los campos de energía humanos y unas dimensiones de consciencia que sobrepasan la consciencia normal de cualquier otra religión. El budismo tibetano es la única religión que aún recuerda la Mer-Ka-Ba, el cuerpo humano de luz, y lo que es más importante: lo que significa y cómo crearla y utilizarla. (La Mer-Ka-Ba es el campo humano de energía que se extiende esféricamente entre ocho y nueve metros, en todas direcciones, a partir del cuerpo físico.) Muchos grandes hombres y mujeres (aunque fundamentalmente hombres durante esta parte masculina del ciclo) surgieron allí sencillamente porque la Serpiente Blanca estaba enroscada en el interior de la Tierra bajo la Gran Pirámide Blanca construida por la antigua Hermandad Nakkal. Pero muy pronto todo esto podría cambiar una vez más. Los mayas actuales sabían, gracias a su asombroso calendario, el más exacto que la humanidad haya creado jamás, que se estaba acercando una época especial. Como el gran Sol que se asoma para desvelar el cielo matutino y la belleza del mundo vivo, algo tremendo estaba comenzando a moverse en el interior de la Tierra, algo que iba a desvelar un secreto fantástico que el alma humana perdió hace ya mucho tiempo. Muy dentro del vientre de la Madre, una energía ancestral comenzaba a moverse lentamente de un lado a otro, de una forma muy parecida a la de una serpiente que se desliza sobre la Tierra. Esta energía con aspecto de serpiente comenzó a despertar y a sentir la necesidad imperiosa de hallar un nuevo hogar y una nueva forma de expresar la vida mientras la constelación de Acuario, lentamente, comenzaba a ejercer su influencia.
¡Cada doce mil novecientos veinte años, este impulso resulta innegable!

China invade Tíbet y la Serpiente de Luz comienza a moverse

El Panchen Lama, el segundo en categoría tras el Dalai Lama, que entonces contaba sólo once años de edad, pidió a China en 1949 que «unificara la tierra madre», con lo que quería decir que volviera a colocar a Tíbet bajo su dominio. El dirigente comunista chino Mao Tsé Tung respondió anunciando la intención de China de «liberar a Tíbet de los imperialistas extranjeros». En 1949, China invadió Tíbet.

El mundo se sentía aún cansado y enfermo por todas las muertes y el dolor provocados por la Segunda Guerra Mundial, que había terminado sólo cuatro años antes. Los británicos, que declararon en las Naciones Unidas que estaban «interesados en el mantenimiento de la autonomía tibetana», no tuvieron el corazón ni los medios para resistir a los chinos, y no apoyaron a los tibetanos ni salieron en su defensa.

En el año 1959, tras el levantamiento tibetano en Lhasa y su salvaje represión por parte del gobierno chino, el Dalai Lama huyó a India en busca de refugio, seguido por miles de refugiados tibetanos. En ese mismo momento, tras un descanso de trece mil años, la Serpiente de Luz comenzó a deslizarse desde el interior de la Gran Pirámide Blanca de Nakkal hacia la superficie de la Tierra. Lentamente al principio, más y más deprisa después, esta energía kundalini comenzó a moverse a través de Tíbet. Luego, en un solo día, abandonó el país junto con el Dalai Lama y pasó a India. Fue casi como si el Dalai Lama invocara a la Serpiente para que abandonara Tíbet. Pero este movimiento de la Serpiente de Luz hacia India fue sólo el comienzo de un viaje terrenal muy, muy largo, que con el tiempo iba a atravesar la mayor parte del planeta, exactamente igual que había sucedido cuando abandonó la antigua Atlántida para mudarse a las alturas de las montañas tibetanas trece mil años antes.

El gran encuentro

En el otro lado del mundo, los ancianos mayas de todas las zonas de México, Belize y Guatemala convocaron un gran encuentro de todas las tribus mayas. Era la primera vez que una reunión así se convocaba en tiempos modernos, y se trataba de un acontecimiento realmente importante. Este encuentro se produjo porque el calendario maya mostraba claramente que la Serpiente de Luz iba a moverse en 1959 y que iba a necesitar la asistencia de los nativos, tanto de América del Norte como del Sur. Los ancianos mayas se reunieron para celebrar juntos una ceremonia por lo que el calendario maya estaba profetizando: el final de un gran ciclo y el comienzo de un nuevo ciclo y un nuevo mundo; un mundo en el que todos los cielos se abrirían a la humanidad y seríamos libres de explorar nuestro entorno natural de espacio, tiempo y dimensión más allá de la Tierra. La profecía había predicho una época de maravillosa paz y crecimiento espiritual. Los mayas guatemaltecos predijeron el comienzo de este nuevo ciclo para el 19 de febrero de 2013.

¿Y por qué no el 21 de diciembre de 2012, como se había predicho considerando el momento del cambio de la PE a Acuario? Lo siento, no lo sé. Esta pregunta habrá que hacérsela a los propios mayas guatemaltecos, pues son los únicos que realmente pueden entender el porqué de esta discrepancia de dos meses. Como ya hizo la Hermandad Nakkal antes que ellos, los mayas celebraron este importante encuentro para compartir sus conocimientos y su profecía, de forma que pudieran estar preparados como cultura para responder correctamente a su responsabilidad cósmica de guiar y marcar el movimiento de esta eterna Serpiente de Luz. Durante esta reunión se descubrió que los mayas de las tierras bajas, aquellos que habitan en México y Belize, habían perdido, a causa del tiempo y de los conquistadores españoles, casi todos sus conocimientos y la profecía, y que su legado vivo prácticamente había desparecido. Pero para alivio de la Madre Tierra, el legado no estaba muerto. Todavía seguía vivo en Guatemala. Allí, en lo alto de las montañas, cerca de la bella ciudad antigua de Tikal, los ancianos mayas, la mayoría de los cuales contaban más de cien años de edad, aún conservaban los conocimientos y profecías que habían llegado de la Atlántida trece mil años antes.

Así que los ancianos guatemaltecos entregaron a los mayas de las tierras bajas «quince libros». Los mayas de las tierras bajas recibieron el encargo de estudiar y aprender estos conocimientos, y se les comunicó que en el futuro recibirían más libros. De este modo se inició el regreso del calendario, los conocimientos y las profecías mayas. En esa época, el mundo exterior no supo nada de este intercambio, aunque tampoco les importaba. El materialismo era lo que regía el mundo. El hombre industrial interviene

Con la mejor de las intenciones, algunos exploradores del conocimiento, como José Arguelles y muchos otros, comenzaron a estudiar el calendario maya con la creencia de que los mayas de México mantenían sus conocimientos intactos, cuando en realidad no era así. Estaban limitados por una infusión incompleta de los mayas guatemaltecos. Y por eso se escribieron muchos libros acerca del calendario maya, que realmente no pueden completarse y hacerse exactos hasta que los mayas guatemaltecos no terminen de devolver sus conocimientos a los de las tierras bajas.

Según los mayas de Guatemala, los mayas de las tierras bajas todavía deben leer y comprender cinco «libros» más, y afirman que el decimosexto libro, El libro de los insectos y las estrellas fijas, es el que determina el comienzo y el final de los ciclos cósmicos. Esta es la razón de que la fecha del 21 de diciembre de 2012 nunca se entendiera realmente y de que la del 19 de febrero de 2013 nunca se supiera.

La Serpiente de Luz busca su nuevo hogar

La Serpiente de Luz siguió al Dalai Lama a India, pero no se quedó allí. Continuó moviéndose, abriéndose camino gradualmente a través de todas las regiones de la superficie de la Tierra. Este movimiento duró unos diez años, desde 1959 hasta algún momento a finales de los años sesenta. Finalmente, cerca ya del término de su viaje por todo el mundo, la energía kundalini de la Madre Tierra bajó desde Canadá, atravesando Estados Unidos, hacia México, Belize y Guatemala, para seguir adentrándose en América Central. Cuando llegó a Panamá tuvo lugar algo increíble que la mayoría de las tribus indígenas, con excepción de los mayas, no esperaban. Cuando la Serpiente de Luz llegó al canal de Panamá, no pudo cruzarlo. El canal de Panamá era la mayor geomancia terrestre que jamás se había llevado a cabo en el mundo. Separa, literal y energéticamente, dos continentes entre sí e impidió por la fuerza que la energía kundalini cruzara hacia Sudamérica.

La energía kundalini de la Tierra se quedó atascada, bloqueada. Muchos creen que la detención de la Serpiente de Luz fue la fuente de los problemas de guerras y conflictos de Colombia y otros países cercanos. La kundalini de la Tierra no podía cruzar el canal, lo que provocaba un inmenso desequilibrio energético. (Esto mismo puede suceder en una persona. Cuando la kundalini asciende por la columna vertebral, si uno de los chakras está bloqueado la energía kundalini no puede seguir subiendo, aunque lo sigue intentando. Esto puede producir dolor, enfermedad e incluso la muerte de la persona si el problema no se soluciona.) Este hecho supuso un problema real para los indígenas del mundo, un problema que tardaría muchos años en ser resuelto.
Nadie, excepto los mayas, sabía qué hacer.

Perú responde al nuevo ciclo


Mientras tanto, en las alturas de las montañas de Perú, un hombre plenamente iluminado llamado Óscar Ichazo, junto con otros doce hombres que le rodeaban como los apóstoles rodeaban a Jesús, estaba listo para ayudar a la energía kundalini de la Tierra a cumplir su recorrido y para preparar al mundo para la nueva era que se avecinaba. Esperaban que la Serpiente de Luz se asentara en las altas montañas del norte de Chile antes de finales de los años sesenta y que en esa época su trabajo pudiera comenzar.

Así que Óscar viajó a Estados Unidos con uno de esos doce grandes hombres, Claudio Naranjo, a mediados de los años sesenta para presentar al mundo industrial una antigua forma de conocimiento basada en algo que no se comprendía en aquella época, la geometría sagrada, que Óscar denominó Arica.

Claudio también se preparó para presentar otra forma de conocimiento, basada en la obra del gran ruso Sufi Gurdjieff, y que provenía de lo que recibe el nombre de eneagrama, un sistema de conocimiento que liga la transformación humana al sonido y a la música. Claudio iba a presentar un aspecto poco conocido de esta sabiduría, por la cual la personalidad humana puede ser dividida en veintisiete formas. Su propósito era sencillo: ofrecer al mundo industrial una herramienta para salir de la rueda de los «tipos de ego» y acceder al mundo superior de la iluminación. Creía que, al hacerlo, comenzaría a cambiar a todo el mundo, sacándonos de la vida materialista que llevamos, de forma que pudiéramos acceder a los chakras superiores y al mayor potencial humano. Pero todo esto finalizó unos cuantos años después de haber empezado. En un solo día Óscar paralizó la escuela que había puesto en marcha, y que se había extendido por todo Estados Unidos, y volvió a Perú. ¿Por qué? Muy sencillo: la Serpiente de Luz estaba bloqueada, su culminación no llegaba a tiempo (al menos según lo que interpretaba la mayor parte del mundo indígena) y nadie sabía cuándo lo iba a hacer. Los mayas, por supuesto, sabían con exactitud en qué consistía el problema, cómo corregirlo e incluso cuándo sería corregido. Pero permanecían en silencio y esperando.

La ceremonia del águila y el cóndor

Ellos sabían que este problema no podría solucionarse hasta que no se llevara a cabo la ceremonia del águila y el cóndor. Así lo afirmaba su calendario. También sabían que mover el flujo de poder de la gran Serpiente de Luz iba a requerir más energía humana que la contenida sólo en América Central y del Sur. Necesitaban la energía y la cooperación de Norteamérica. Y esta ceremonia podía reunir a América del Norte, el Águila, y a América del Sur, el Cóndor, de forma que pudieran trabajar al unísono para ayudar a esta energía kundalini de la Tierra a llegar a su destino final.

Muchas tribus, incluso blancos que imitaban a los nativos, creyeron que podían llevar a cabo esta ceremonia del águila y el cóndor, y lo intentaron varias veces. Lo que no se entendió fue que la ceremonia debía aguardar hasta un determinado día del futuro y que sólo podía ser celebrada por los mayas.

El 19 de febrero de 2001, tal y como había predicho el calendario maya, este pueblo y otros doscientos de América del Norte, Central y del Sur se reunieron en Guatemala, y la ceremonia del águila y el cóndor tuvo lugar al fin. Todo está documentado en una preciosa película titulada

El camino blanco: visiones de los indígenas de América, que se cita al final de este libro. Cuando la ceremonia quedó concluida, ya se podía por fin hacer algo para ayudar a la Serpiente de Luz a encontrar su lugar de descanso, aquél donde podría enroscarse en las profundidades de la Tierra durante los próximos trece mil años y presentar al mundo entero los nuevos conocimientos espirituales y la energía que iba a necesitar la raza humana para seguir su camino.

Los dos grandes pájaros vuelan al unísono

En fechas posteriores de ese mismo año de 2001, tribus de toda América (entre las que se encontraban los esquimales, los hopis y muchas otras de Estados Unidos; los mayas, por supuesto, y más de quinientos pueblos de ambos continentes) comenzaron a trabajar juntos con un propósito único: ayudar a la Gran Serpiente Blanca a cruzar el canal de Panamá y completar su viaje.

Los mayas me pidieron ayuda, pues mis raíces también forman parte de una tribu de Norteamérica: los taos pueblo de Nuevo México. Se designaron tres días, que recuerdo que fueron en septiembre de 2001, para que cada tribu y cada persona pudieran trabajar a su modo en pro de este único objetivo común. Tribus indígenas de los dos continentes, trabajando juntos el mismo día, comenzaron a celebrar ceremonias por todas partes. Recuerdo que abandoné todas mis ocupaciones durante esos tres días y me puse a meditar. En mi tradición, el método elegido es la Mer-Ka-Ba, el cuerpo humano de luz, por lo que coloqué un campo Mer-Ka-Ba viviente sobre el canal de Panamá y entré en meditación profunda, utilizando todo lo que sabía para ayudar a la kundalini de la Tierra a cruzar el canal.

El primer día y el segundo pareció que no sucedía nada. Yo podía sentir la tremenda energía de todas aquellas personas dedicadas trabajando al unísono, pero no era capaz de percibir ningún cambio en la Serpiente. Estaba empezando a pensar que quizá podíamos estar fallando, pero no permití que las dudas entraran en mí ser y seguí meditando.

Al final del tercer día sentí que algo estaba ocurriendo. Al principio fue como un pequeño flujo de energía, como una diminuta fuga en una presa, pero la energía siguió ensanchándose y haciéndose cada vez más poderosa. Por fin, la Serpiente de Luz se liberó y comenzó a agitarse con energía de un lado a otro como hacía cuando se estaba trasladando alrededor del mundo. Entró en Colombia, con gran fuerza y determinación, y continuó por Sudamérica, moviéndose por todas partes, entrando en cada región y en cada país. Todo el mundo indígena exhaló un gran suspiro de alivio y gritos de júbilo llenaron el aire desde los dos continentes. Los dos grandes pájaros volando al unísono, como uno solo, habían obrado el milagro. Los mayas sabían que eso era lo que iba a suceder, pues así había sido profetizado en su calendario sagrado; pero con calendario o sin él, cuando sucedió en la vida real fue excitante. Ahora es cuestión de experiencia humana y profundas emociones. Al mismo tiempo, allá arriba, en las alturas de los Andes del norte de Chile, ciento doce tribus estaban sentadas en un enorme círculo esperando la llegada de la Serpiente de Luz. El sitio exacto había sido ya predicho por los mayas, y las tribus rodeaban el lugar, cantando y bailando, haciendo de esta ceremonia el acontecimiento humano más importante en miles de años.

También ayudaron a convertir a este diminuto trozo de tierra en la región más sagrada sobre la superficie del planeta. Estos hombres y mujeres puros siguieron celebrando ceremonias hasta muchos meses después, cuando la Serpiente de Luz finalmente reptó hasta su casa y entró en su sagrado lugar de descanso en la Tierra. Es un lugar que transformará la zona de Chile y Perú en unos nuevos Tíbet e India, un lugar en el que nacerán grandes maestros; unos maestros que serán brillantes luces para el mundo, tal y como lo han sido los de Tíbet e India.

Mi parte en esta saga no había hecho más que empezar. Había que hacer muchas más cosas y yo no tenía ninguna premonición de los cambios que iban a acontecer en mi vida. La Madre Tierra estaba a punto de apuntarme a la tribu del arco iris de liberación e iluminación. Una parte de mi vida estaba a punto de desvelarse en formas que yo no podría haber imaginado jamás.
¿Qué otra cosa podemos hacer más que servir de ayuda?

Capítulo 4
La Pirámide Nakkal


Aquella mañana me desperté en las alturas del árido desierto de Nuevo México, a unos dos mil quinientos metros sobre el nivel del mar. Como un vasto océano, los arbustos de salvia verde grisácea se extendían hasta el horizonte en todas direcciones excepto hacia el este, donde la imponente cadena montañosa Sangre de Cristo se alzaba contra el cielo. La nieve que aún se podía contemplar en las cumbres en aquel día de comienzos de verano no era algo inusual. A veces no desaparece en todo el año. Hacia el oeste, escondido a mi vista, yacía el profundo cañón del río Grande, abriéndose camino en secreto a través de esta parte del desierto en la que no ha estado casi ningún ser humano. Al norte, a unos treinta kilómetros de mi hogar, se alzaba la segunda montaña aislada más alta del mundo, la montaña Ute.

Fue en esta montaña Ute donde la caballería de Estados Unidos intentó eliminar a los utes en 1800. Como éstos pretendían defenderse contra la terrible injusticia que les estaba infligiendo el gobierno estadounidense, eran considerados peligrosos y se afirmaba que debían ser aniquilados.

La caballería persiguió a los utes durante cientos de kilómetros hasta llegar a esta montaña, que recibió su nombre muchos años después en su honor. Los utes y la caballería sabían que en la montaña no había agua, pero en su desesperación los nativos ascendieron por ella para esconderse. La caballería rodeó la montaña y esperó. En realidad no estaban seguros por dónde habían ido los utes, pero esperaron, creyendo que al carecer de agua, si estaban allí arriba, tendrían que bajar.

Según cuenta la historia, los utes rezaron a la Madre Tierra para que les diera agua, pues sabían que sin ella morirían en la montaña o se verían forzados a bajar para que la caballería los matara a todos: hombres, mujeres y niños. Se extinguirían.

Y la Madre Tierra, que vivía en los corazones de los utes, respondió. Un manantial brotó de la montaña, nutriendo sus cuerpos y salvando sus vidas. Unos tres meses después, la caballería de Estados Unidos decidió que los utes no debían haberse refugiado en la montaña y abandonaron la búsqueda. Los utes siguen vivos en la actualidad gracias a esta montaña y a su milagro, cuya energía se difunde por todo el valle en el que yo vivía en 1985.

Yacía en mi lecho pensando que algo parecía diferente o especial aquella mañana, pero no sabía por qué. Ese sentimiento permaneció en mí durante todo el día.

Yo formaba parte de un grupo de hombres y mujeres que regentaba una escuela esotérica llamada Escuela de Misterio Nakkal. El nombre me lo habían dado los ángeles, que nunca me contaron el motivo. Yo sabía que los nakkals eran los antiguos sacerdotes de la Atlántida, pero fuera de eso no sabía nada más. Sencillamente acepté el nombre porque la sugerencia procedía de una fuente superior.

Nuestro recinto abarcaba unas ocho hectáreas y estaba rodeado por millones de hectáreas, literalmente, deshabitadas. Teníamos dos casas de adobe, un jardín natural, una pequeña zona de apartamentos, un área de trabajo y garaje, un precioso centro de conferencias de adobe (con techos de siete metros y medio de altura y construido en forma de pentágono) y lo más importante de todo, una bella sala de oración subterránea llamada kiva. La escuela era perfecta para enseñar y aprender.

Estar completamente aislados de la civilización facilitaba mucho nuestra tarea, pues no había nadie que pudiera juzgar nuestro trabajo ni nuestras acciones, que habrían resultado extraños para algunas personas de nuestra cultura actual. Cada luna nueva, por ejemplo, instalábamos una cabaña de sudación de los nativos americanos con una enorme hoguera para calentar las piedras. Unas cuarenta personas ayunábamos al menos un día antes de la sudación y, durante horas, tocábamos los tambores y cantábamos, entonando el nombre de la Madre y la presencia del Gran Espíritu, entrando en nuestros corazones y esperando a que las piedras se pusieran del color rojo anaranjado de la vida.
Cuando llegaba el momento adecuado, entrábamos en la kiva subterránea rodeados de la más completa oscuridad, con humildad y sin ropa, tal y como marcaba la tradición nativa, y con una actitud de absoluta santidad para estar con la Madre. Era como estar en su seno. Prana, vacío, tierra, agua, fuego, aire, los seis elementos de la creación y la naturaleza estaban presentes al mismo tiempo en esta ceremonia.

Aquella tarde escuché a alguien que gritaba un fuerte « ¡Uau!» y corrí a ver quién era. El Sol se iba a poner en unos treinta minutos y llovía suavemente contra las montañas del este. La razón del «¡Uau!» estaba clara. Enmarcando la cadena montañosa Sangre de Cristo aparecía el arco iris más increíble que he visto en toda mi vida. No había uno solo, sino tres: un arco iris dentro de otro arco iris dentro de otro arco iris. Los intensísimos y brillantes colores vibraban como si estuvieran cargados de electricidad. Me quedé sin habla.
Mientras observaba aquel milagro, me inundó el mismo sentimiento que había notado al despertarme aquella mañana. De algún modo u otro, aquel día era especial. Pero no había nada que pareciera distinto de los demás días a excepción de aquel asombroso arco iris. Sin embargo, el sentimiento se negaba a abandonarme. La mañana siguiente, una furgoneta blanca y sin rotular paró frente a nuestro centro de conferencias. Como estábamos escondidos del público y en un sitio tan remoto, era poco habitual que alguien nos encontrara cuando no se estaba llevando a cabo ningún taller.

Un grupo de cuatro hombres jóvenes, en la treintena, bajó de la furgoneta y caminó hasta la sala de conferencias donde me encontraba yo en una pequeña cocinita preparando el desayuno.
Uno de ellos abrió la puerta delantera, me miró y preguntó:
— ¿Sabe dónde puedo encontrar a un hombre llamado Drunvalo?
Le dije quién era yo, y él fue derecho al grano:
— ¿Alguna vez ha visto este dibujo?
Me entregó un dibujo de la Flor de la Vida. Los diecinueve círculos me eran tan familiares
como la palma de mi mano.

Yo vi este dibujo por primera vez pintado sobre una pared egipcia de seis mil años de antigüedad, y desde entonces lo he encontrado por todo el mundo: en India, Inglaterra, Irlanda, Turquía, Israel, Polonia, Suiza, Grecia, China, Japón, México y en unos cincuenta países más, casi siempre en sitios antiguos. Y seguimos descubriéndolo en distintos países todos los años. Pero lo más significativo de esta historia, como podrás comprobar, es que también lo había visto en Tíbet. Como yo llevaba impartiendo enseñanzas acerca de este dibujo desde 1984, aquellos hombres habían hecho averiguaciones sobre mí y querían saber lo que significaba. En ese punto les pregunté por qué estaban tan interesados en la Flor de la Vida. Se sentaron a mí alrededor y empezaron a relatarme una larguísima historia acerca del descubrimiento en Tíbet de una pirámide muy inusual que su equipo de exploración había encontrado unos meses antes. Lo que tenían que decirme era prodigioso.

Hace ya tanto tiempo de aquello que he olvidado los nombres de aquellos cuatro hombres, pero el que parecía ser el portavoz, o el que llevaba la voz cantante, se excitó y comenzó a hablar con autoridad. Sacó mapas y fotografías que puso sobre la mesa, los extendió, y me miró directamente a los ojos. Me habló acerca del primer equipo de investigación que había intentado llegar a esta pirámide tibetana, pero me contó que sencillamente no estaban preparados para el largo y difícil viaje. Se tardaban seis meses en alcanzar la pirámide, que se encontraba a gran altura en las montañas occidentales de los Himalayas. No existían mapas claros, pues prácticamente nadie había estado jamás en aquella zona, y habían subestimado el tiempo que tardarían en llegar. Para complicar el tema aún más, la pirámide era completamente blanca y estaba permanentemente cubierta de nieve, a excepción de dos o tres semanas al año, por lo que el equipo debía cronometrar perfectamente su llegada para poder encontrar la estructura y, con suerte, entrar en ella.

Me contó que el primer equipo llegó hasta el borde de las montañas desde donde se podía contemplar aquella magnífica pirámide en el valle que se encontraba a sus pies, pero no pudieron continuar, pues de haberlo hecho todo el equipo habría muerto. No tenían suficientes provisiones para el tiempo extra y no tuvieron más remedio que dar la vuelta. Yo creo que esto ocurrió a principios de la década de los ochenta. Pero sólo unos pocos años más tarde, aquellos hombres que estaban sentados alrededor de la mesa lo intentaron una vez más. En esta ocasión se prepararon mejor y llegaron a la pirámide tibetana justo en el momento en que se encontraba completamente expuesta para su exploración. Se quedaron pasmados al comprobar que, a diferencia de la Gran Pirámide de Egipto, ésta no estaba sellada. Tenía una única abertura, que permitió al equipo entrar sin hallar ningún obstáculo.

Durante los dos días siguientes, me relataron cómo encontraron la pirámide, que denominaron Gran Pirámide Blanca. Explicaron el aspecto que tenía y cómo carecía de marcas, escrituras, jeroglíficos o cualquier otra cosa sobre la superficie o en las paredes, tanto interiores como exteriores, a excepción de una única imagen preferente colocada en la parte superior de una pared central de la sala principal. Se trataba de la imagen de la Flor de la Vida. Aquélla era la razón de que me hubieran buscado y encontrado en medio del solitario desierto. Querían que les hablara acerca del significado de la Flor de la Vida. Esperaban que yo les podría conducir a quienquiera que hubiera construido aquella pirámide, pues no tenían ni idea de quién podría haber sido.

Yo no podía explicar lo que la Flor de la Vida «significaba realmente» en una o dos horas. Por eso se quedaron dos días. Es el dibujo de la creación de todo el universo y todo lo que éste contiene, incluyendo a todas las criaturas vivientes. Es incluso el dibujo de la creación de aspectos del universo que no son considerados cosas o materias, tales como las emociones y los sentimientos. Puse el máximo empeño y les di un minitaller sobre la de Flor de la Vida, en el que suprimí todas las ceremonias, los círculos de oración, los relatos con mensaje y, por supuesto, la cabaña de sudación de los nativos americanos.

Aquellos hombres me hablaron acerca de la increíble suerte que habían tenido de ser los primeros seres humanos en tocar realmente aquella inusual pirámide. Me informaron de que no se conocía ninguna otra pirámide cerca de ella y que estaba completamente aislada en una región inaccesible de los Himalayas. Siguieron contándome lo extraño que resultaba que una pirámide así estuviera situada en un lugar en el que jamás había existido civilización alguna.

El sentimiento que había tenido el día anterior de que algo especial iba a ocurrir no me había abandonado. Yo sabía que aquella información era importante, pero en realidad, en aquel momento, no sabía hasta qué punto. Cuando se fueron de la Escuela de Misterio Nakkal, llenos de entusiasmo, las fotografías que me habían mostrado de la asombrosa pirámide seguían volviendo a mi cabeza una y otra vez. Casi podía saborear la causa de su importancia, pero todavía no acudía nada a mi mente. Finalmente, un par de días más tarde, cuando me encontraba meditando, los dos ángeles aparecieron en mi visión interior, y me dijeron:

—Esa construcción se llama Pirámide Nakkal. Sabemos que en este momento no lo entiendes, pero a su debido tiempo lo harás. En un futuro, todo te será revelado.
Pero ¿por qué Pirámide Nakkal? ¿Y por qué Escuela de Misterio Nakkal? En aquel momento, lo único que sabía era que los nakkals eran los sumos sacerdotes de la Atlántida. No sabía que tuvieran ninguna relación con Tíbet.

Había tanto que yo no sabía... Pero confié en los ángeles y los guardé en mi corazón. Cuando me hablaban, siempre me sentía como un niño pequeño que pretende entender el mundo que le rodea, unas veces desconcertado y otras excitado, pero fundamentalmente asombrado por la vida y por el modo en que los ángeles introducían el conocimiento con tanta suavidad en mi simple entendimiento. Llegó un día en que la Escuela de Misterio Nakkal se disolvió, como sucede con todas las escuelas de ese tipo, pero el recuerdo del equipo de exploración y la pirámide que habían encontrado no me abandonaba. Y a su debido momento, los ángeles me contaron toda la historia, que iré compartiendo contigo mientras continuamos caminando. La Serpiente de Luz había dejado su hogar, la Pirámide Nakkal, y se estaba moviendo libremente para encontrar un hogar nuevo y, con el tiempo, una nueva pirámide, y la Red de Conciencia de Unidad sobre la Tierra estaba casi concluida. Para 1989 y 1990, cuatro años antes de mi primer aprendizaje sobre la pirámide, la red había crecido hasta alcanzar el primer nivel de Unidad, pero la Serpiente de Luz todavía seguía buscando su sitio en la Tierra, aparentemente desfasada con el ADN cósmico.

Pero jamás debemos olvidar que la Vida es perfecta.
Véase:


Drunvalo Mechizedek en Argentina 1 - 4







2 comentarios:

  1. Thule, Agharta, Mu, Lemuria, un paraiso perdido...y acaso olvidado... ¿sueños?¿leyenda?cuentos siempre vivos en el corazón de unos pocos...

    abraxos

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  2. Cuentos vivos en aquellos que saben interpretar las señales.

    Bienvenido a Crónica Subterránea.

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