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30 de julio de 2008

Rayos Paralizantes contra el Apolo VIII - Maurice Chatelain - El Tiempo y el Espacio

Rayos paralizantes contra el Apolo VIII
Maurice Chatelain 
Débora Goldstern



Murice Chatelain, un ingeniero francés que llegó a ser Jefe del Centro de Comunicaciones de la NASA, una vez retirado de sus actividades oficiales, se dedicó a investigar las civilizaciones desaparecidas escribiendo varios libros sobre el tema.

Fue uno de los primeros científicos en declarar que casi todos los astronautas tuvieron encuentros con ovnis. Para Chatelaín los primeros informes comenzaron con la misión Mercury, tripulada por Gordon Cooper en 1963.


“El 21 de diciembre de 1968, a bordo del Apolo 8, los astronautas Frank Borman, James Novell y Williams Anders fueron los primeros en abandonar la órbita terrestre para ponerse en órbita en torno la Luna, a donde llegaron la noche de Navidad, justo a tiempo para leer algunos pasajes de la Biblia a los maravillosos terrestres.

Ya sabemos que los norteamericanos no pueden hacer nada sin consultar a la Biblia, lo cual parece algo ridículo, pero en este caso particular no estaban por completo fuera de lugar, ya que los profetas de la Biblia eran sin dudas expertos en los viajes espaciales. Por lo demás, su llamada fue, sin duda, oída, ya que recibieron inmediatamente, en el curso de su primera vuelta a la Luna, la visita de un vehículo espacial en forma de disco, que dio varias vueltas en torno a ellos, dirigiéndoles un rayo muy poderoso cuya luz los deslumbró y cuyo calor aumentó inmediatamente la temperatura de sus cuerpos y la de la cápsula.

Durante este tiempo, su cabina osciló de izquierda a derecha y de delante atrás, sin que pudieran hacer nada, y su radio les trasmitió mensajes en una lengua desconocida. Si se trataba de una acogida en la Luna, quiénes fueran lo habían conseguido. Era como si allá abajo hubiera seres lunares que trataran de apartarlos de la Luna y de incitarlos a regresar a su casa. Luego desapareció el platillo, se detuvieron las oscilaciones, y su radio les puso en contacto con misión control en la Tierra, a unos cuatrocientos mil kilómetros de allí. Los astronautas creyeron entonces que la dotación del platillo volante tal vez había querido darles simplemente la bienvenida a la Luna, pero evidentemente a su manera, que es ligeramente distinta a la nuestra”.

Fuente:
Chatelain, M. El tiempo y el Espacio. Barcelona: Horizonte -Plaza&Janés, 1984.