26 de octubre de 2009

Un mundo dentro un mundo - La historia de los X-7

Un mundo dentro de un mundo
La historia de los X-7
Débora Goldstern


El relato que hoy presento a los lectores del blog, me llegó por vía del místico brasileño, José Trigueirinho Netto, que lo reseña en su libro “Nuevas Señales de Contacto”.

La trascripción original sin embargo, proviene de “Un Mundo Dentro De Un Mundo. Transmisión Desde Rusia Por El Grupo X-7 Sobre La Teoría Y Práctica De Las Radiaciones De La Luz Solar”.
[1]

Creemos que es un aporte sumamente original y hace a la búsqueda diaria, que desde Crónica Subterránea venimos emprendiendo sobre el Mundo Subterráneo, un tema que está lejos de agotarse.

Un grupo de siete prisioneros fue enviado a los confines del hemisferio Norte
[2] y allí pasó a vivir en una caverna bajo el hielo. Cuando el clima se los permitía salían para trabajos forzados. Entre los períodos de trabajo y los de reclusión bajo tierra ingerían una cantidad mínima de alimento, apenas suficiente para mantenerse en pie. Ese régimen perduró durante años hasta que, el 28 de diciembre de 1953,[3] el grupo entró en sintonía telepática con una sensitiva europea y comenzó a enviarle mensajes a través de símbolos.

Otros sensitivos tomaron conocimiento, también por vías sutiles de la existencia de ese grupo y el relato que hicieron de las vivencias captadas llegó a publicarse en Escocia. En uno de los mensajes (cuyos símbolos eran interpretados y traducidos al lenguaje normal), los siete prisioneros revelaron que se les apareció un ser de luz, explicándoles aquella situación experimental en la que se encontraban; les dijo que las condiciones en las que vivían los estaban llevando a transformaciones continuas, pues exigían de ellos excepcionales movimientos de energía. Estaban sublimándose las impurezas y, como consecuencia, comenzaban a surgir capacidades internas, que se iban volviendo objetivas.

En una de las comunicaciones telepáticas, los prisioneros relataron que, con el tiempo, habían adquirido la capacidad de acompañar conscientemente lo que sucedía con los propios cuerpos sutiles. Reconocían su revestimiento de luz o cuerpo suprafísico y revelaron que, en ese cuerpo, fueron llevados a una ciudad intraterrena, en la que pudieron descubrir la energía del amor, aún no comprendida por los hombres de la superficie. Siempre físicamente circunscriptos a aquélla caverna helada y a realizar trabajos forzados, los prisioneros continuaron sus transmisiones, para que los lectores de sus mensajes fueran tomando consciencia de las posibilidades de esos cuerpos, que todos tenemos.

Quien lee el texto puede observar que en ningún momento esos seres narran la propia vida terrestre; todo lo que se pueda pensar sobre ellos y su vida humana no será más que suposición. Durante el servicio que prestaron de transmitir los mensajes, ellos se concentraron en describir el desarrollo por el cual pasaron, como si fuera un derrotero para los que están destinados a llegar a la misma comprensión. Los cuerpos sutiles todavía son invisibles e imperceptibles para la mayoría de las personas.

¿Esos prisioneros serían científicos marginados por un régimen político? ¿Serían individuos de temperamento místico llevados a la condición de tener un desarrollo especial? Esas informaciones no fueron dadas por ellos tal vez por ser secundarias. En los archivos cósmicos, de los cuales todos formamos parte, no siempre se computa como relevante aquello que concierne a la vida de un ser. Lo que tenía importancia transmitir, para ser reconocido, era su experiencia subjetiva y el progresivo reconocimiento que hacían de otros estados de consciencia. El consciente izquierdo de la humanidad de superficie le hizo perder siglos preciosos con análisis biográficos. Para el Plan Evolutivo tiene valor la síntesis del desarrollo de un individuo, no los aspectos externos de su vida cotidiana, sometida a las leyes de planos más densos y ciegos a la visión cósmica.

Asumiendo esa forma de servicio, los siete prisioneros vivieron entre una dimensión y otra durante los años en que hicieron las comunicaciones. Uno de los hechos relatados en ese período fue que, al recibir de vuelta los respectivos cuerpos de luz, que habían estado en la civilización intraterrena[4], los cuerpos físicos se sentían nutridos -no necesitaban mucho alimento material. Esa sutilización de los cuerpos físicos fue progresando hasta que los prisioneros comenzaron a percibir, en torno de ellos, la propia irradiación de luz. Por tanto, aquel ser de luz que se materializara para ellos dentro de la caverna, dándoles fuerza para continuar, se convirtió en algo familiar -representaba un estado posible de ser alcanzado por el hombre.
Una de las mayores ilusiones que el hombre de superficie aún mantiene y alimenta es ver su cuerpo físico como única realidad. Partiendo de ese principio, él se envuelve con la materia densa y deja de desplazarse en dimensiones sutiles, cuyo contacto es indispensable para que pueda conocer las leyes inmateriales que lo llevarán a trascender los estados de hoy,

[1] Se cree que Anne Edwards, una sensitiva de origen escocés, captó los mensajes enviados por los prisioneros.
[2] Siberia, Rusia actual.
[3] Las comunicaciones entre los prisioneros y la entidad duraron cuatro años, extendiéndose de 1953 hasta 1957.
[4] Más que intraterreno, por las características del relato, se tiene la sensación de una experiencia del tipo dimensional, que bajo condiciones extremas como las experimentada por los prisioneros, posibilitó abrir una puerta hacia ese mundo.

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