2 de diciembre de 2009

Christian Rosacruz - El Gran Maestre- Débora Goldstern

Christian Rosacruz
El Gran Maestre
Débora Goldstern



“Nosotros, diputados del Colegio principal de la Rosa-Cruz, visitamos visible e invisiblemente esta Villa por la gracia del Muy Alto, hacia Quien se vuelve el corazón de los Justos. Mostramos y enseñamos a hablar sin libros ni marcas, a hablar toda clase de lenguas de los países en los que deseamos permanecer para liberar a los hombres, nuestros semejantes, del error de la muerte. Si alguien quiere vernos solamente por curiosidad, jamás comunicará con nosotros, pero si la voluntad le lleva a inscribirse real-mente en el registro de nuestra Confraternidad, nosotros, que juzgamos los pensamientos, le haremos ver la verdad de nuestras promesas; no revelaremos el lugar donde nos alojamos en esta ciudad, porque los pensamientos junto a la voluntad real del lector, serán capaces de hacernos conocer por el y de que él nos conozca a nosotros".
Orden Rosacruz, 1623.

Hoy vamos a referirnos a la figura de Christian Rosacruz, quién se dice fuera uno de los instructores más importantes de la Orden Rosacruz. Evitamos decir fundador, porque se desconoce si verdaderamente originó todo el movimiento, que los propios miembros remontan muy anterior a la llegada de este Maestro.[1] Sin embargo, así como Saint Germain, este personaje legendario dejó su impronta en la historia, y al cual se le atribuye la autoría de unos famosos manifiestos que causaron asombro en la Europa del S.XV. Son muchos los rumores que circulan sobre Rosacruz, el cual algunos creen representa no a un hombre sino a una concepción espiritual, lo cual no evita que haya existido realmente. Así como Saint Germain, este maestro está muy vinculado con oriente en cuanto a su educación y su misión consistió en despertar el espíritu adormecido ahogado por la Iglesia Católica, que en ese entonces se encontraba en su apogeo.

Una de las características del trabajo emprendido por Rosacruz, fue su poca visibilidad entre sus contemporáneos manteniendo una aureola de misterio, que lo rodeó hasta su muerte. Justamente su desaparición física acrecentaría la leyenda, ya que 120 años después de su partida, según rumores no comprobados, su tumba fue descubierta por miembros de la Orden Rosacruz, quiénes describieron al santuario con su cuerpo incorrupto, como “una bóveda de siete lados y esquinas, cada lado de cinco pies de ancho, y con ocho pies de altura. La bóveda estaba iluminada con un sol interno
[2]. En el centro en vez de lápida, había un altar con una placa de bronce, con una inscripción enigmática[3]. El piso estaba dividido en triángulos”. Sergei Hutin, en Sociedad Secretas, agrega más datos: “los discípulos hallaron, además del cuerpo del Maestro que llevaba en la mano un libro simbólico escrito sobre pergamino, toda suerte de objetos rituales: «espejos de diversas virtudes, campanillas, lámparas encendidas (las famosas "lámparas perpetuas" de los Rosacruces), extraños cantos artificiales (¿una máquina parlante?)”. Se dice que su tumba oculta en una gruta, fue edificada por el propio Rosacruz, quién pasó sus últimos años en ese retiro, y que adecuó como una especie de cámara del conocimiento. Hay quién sugiere que esta bóveda se encuentra en el interior de la tierra[4], lo cual lleva a quién escribe a vincularlo a ese mundo subterráneo, que una vez más se revela a nuestros ojos, y por ende su relación con la misteriosa Hermandad Blanca.

Para profundizar en la historia de este maestro aún desconocido, ofrecemos un texto que proviene de tres conferencias entregadas por el que para nosotros representa uno de los esoteristas más importantes del siglo XIX, Rudolf Steiner, y a quién en varias oportunidades hicimos referencia desde Crónica Subterránea. En este trabajo del genial ocultista austríaco, encontramos datos más que importantes sobre la educación recibida por Rosacruz, que fue instruído por el “Círculo de los Doce”, una pista importante en nuestra búsqueda diaria sobre el mundo subterráneo.






CONFERENCIA I
EL MISTERIO DE CHRISTIAN ROSACRUZ


Me llena de honda satisfacción estar por primera vez en esta Rama, de reciente fundación, que lleva el sublime nombre de Christian Rosenkreutz[5], lo que me permite hablar por primera vez con más amplitud sobre esta personalidad ¿En que consiste el misterio de Christian Rosenkreutz. En una sola noche no se puede agotar este tema; lo dividiremos en dos sesiones: dedicaremos nuestra plática de hoy a la figura de Christian Rosenkreutz, y la de mañana a su obra. Hablar sobre Christian Rosenkreutz presupone una gran confianza, no en la persona, sino en los grandes secretos de la vida espiritual, de la misma manera que la fundación de una nueva Rama presupone siempre la fe en esa vida espiritual.

Christian Rosenkreutz es una individualidad que actúa, lo mismo cuando mora en un cuerpo físico que cuando no lo habita; actúa, no sólo como entidad física mediante energías físicas, sino también, y sobre todo, espiritualmente mediante energías superiores. Como sabemos, el hombre vive no sólo para sí mismo, sino vinculado a la gran evolución de la humanidad. Cuando el hombre normal muere, su cuerpo etéreo se disuelve en el universo; pero de ese cuerpo etéreo en vías de disolución, siempre se conserva una parte, de modo que estamos circundados por doquiera, de restos de cuerpos etéreos, lo que puede ser benéfico o perjudicial para nosotros, según seamos buenos o malos. De los cuerpos etéreos de grandes individualidades irradian hacia nosotros efectos de gran alcance. Así, del cuerpo etéreo de Christian Rosenkreutz emana una gran fuerza que puede actuar sobre nuestra alma y sobre nuestro espíritu.


Es nuestra tarea llegar a conocer estas fuerzas; a ellas apelamos como rosacruces. En sentido estricto, el movimiento rosacruz tuvo su origen en el siglo XII. En aquel entonces, esas fuerzas actuaban con vigor inusitado y dieron origen a una corriente vinculada con el nombre de Christian Rosenkreutz cuya continuidad en la vida espiritual sigue subsistiendo. Hay una ley según la cual esa corriente de energía espiritual debe manifestarse con particular intensidad cada 100 años más o menos. De esto es manifestación hoy el movimiento teosófico. En sus últimas disertaciones exotéricas, el propio Christian Rosenkreutz aludió a esta necesidad. En el año de 1785, las revelaciones esotéricas reunidas por los rosacruces se compendiaron en la obra "Los Símbolos secretos de los rosacruces" de Hinricus Madathanus Theosophus. Esta publicación contiene, aunque en cierto sentido limitado, alusiones a lo que como corriente rosacruz había actuado durante los cien años anteriores y que sólo halló expresión en los trabajos reunidos y recopilados por Hinricus Madathanus Theosophus. Otros 100años después, vemos manifestarse el efecto de la corriente rosacruz en las obras de H.P Blavatsky, particularmente en su libro "Isis sin velo". He aquí una obra que contiene un acervo de sabiduría occidental oculta, no totalmente aprovechada todavía, si bien el enfoque es a veces bastante confuso. Es interesante compara "Los símbolos secretos de los rosacruces" de Hinricus Madathanus Theosophus con la obra de H. P. Blavastsky. En sus obras posteriores, ella se alejó de esa corriente espiritual rosacruz, por lo que hemos de saber distinguir entre sus primeras y sus posteriores publicaciones, aunque ya en las primeras haya infiltraciones de la mente poco crítica de H.P. Blavastsky. El que digamos esto cuenta con el beneplácito de la propia H. P. Blavatsky aunque no pueda decírnoslo ahora de viva voz. Si enfocamos la particularidad de la conciencia humana en el siglo XIII, notamos que la clarividencia primitiva esa clarividencia elemental que los hombres de antaño poseían, había desaparecido paulatinamente. A mediados del siglo XIII se produjo un anticlímax a este respecto y de repente ya no hubo clarividencia, sino que para todos se extendió la obscuridad espiritual. Hasta los espíritus más iluminados, las personalidades más egregias y aun los iniciados, ya no tenían entonces acceso a los mundos espirituales, y sus afirmaciones respecto a esos mundos tenían que circunscribirse a lo que conservaban en el recuerdo. De los mundos espirituales sólo se sabía algo por tradición, o por lo iniciados que evocaban el recuerdo de lo que habían experimentado anteriormente, pues durante una breve época, ni incluso ellos tenían una visión directa de esos mundos.

Este breve período de ofuscamiento fue necesario para preparar lo preeminente de nuestra época, la civilización intelectualista que caracteriza la quinta época cultural postatlante. En la época cultural greco-latina no existía esa civilización en el mismo sentido; dominaba entonces la intuición directa en vez del pensamiento intelectual. El hombre se unió, se confundió con lo que veía y oía y hasta con lo que pensaba. En aquellos tiempos no se sutilizaba tanto como sucede y tiene que suceder hoy, pues en ello consiste la misión de la quinta época post-atlante. Más adelante volverá a alborear la clarividencia de los hombres, y surgirá la clarividencia del porvenir. El origen de la corriente rosacruz cae en el siglo XIII. En aquel tiempo había que seleccionar las personas particularmente idóneas para la iniciación; ésta, sin embargo, sólo pudo tener lugar transcurrido el breve tiempo de ofuscamiento. En un lugar de Europa que no se puede mencionar todavía, aunque en un futuro no muy lejano sea permitido identificarlo, se constituyó una logia de alta espiritualidad, un colegio de doce hombres que habían asimilado la suma total de la sabiduría espiritual de los tiempos antiguos y del suyo propio. Esto quiere decir que durante ese período tenebroso vivían doce hombres, doce espíritus egregios, unidos para fomentar el progreso de la humanidad. Ninguno de ellos poseía la visión directa del mundo espiritual, pero todos podían resucitar dentro de sí el recuero de lo que habían experimentado en una iniciación anterior. El karma de la humanidad había dispuesto que en siete de estos doce hombres se hallara incorporado lo que la humanidad había conservado de los restos de la antigua época atlante. En mi "Ciencia Oculta" ya se ha dicho que los siete antiguos Rishis, los santos instructores de la época cultural de la India primitiva, conservaban y transmitían lo que había quedado de la época atlante. Los siete hombres reencarnados en el siglo XIII, integrantes del Colegio de los Doce, eran los que podían remontarse a las siete corrientes de la antigua época atlante de evolución humana ya lo que persistía de estas siete corrientes. Cada una de esas siete individualidades no podía hacer fecunda para aquella época y para hoy más que una de esas corrientes. A estos siete se incorporaron otros cuatro que no tenían la facultad de retrotraer su mirada, como los primeros siete sabios, hacia aquellos tiempos prístinos, si bien eran capaces de remontarse hasta la sabiduría oculta que la humanidad se había apropiado en los cuatro períodos culturales post-atlante. El primero de ellos podía captar la realidad cultural de la antigua India, el segundo la de la Persia primitiva, el tercero la egipcio-caldeo-asiria y el cuarto la greco-latina. Estos cuatro, unidos con los otro siete, integraron el colegio de Sabios del siglo XIII. El doceavo miembro era el que menos se asentaba en el pasado; plenamente intelectual tenía la función de cultivar sobre todo las ciencias exteriores. Estas doce individualidades no vivían únicamente en las experiencias del ocultismo occidental, sino que las doce corrientes sapienciales confluían en un cuadro global. Alusión muy peculiar a esto la llamamos en el poema de Goethe "Los Secretos". De modo que hemos de referirnos a doce individualidades egregias y buscar, a mediados del siglo XIII, el punto de partida de una cultura nueva. En ese tiempo se había llegado a una especie de nadir de la vida espiritual. El acceso a los mundos espirituales estaba vedado incluso a los más desarrollados, y fue entonces cuando se constituyó aquella logia de alta espiritualidad. En un lugar de Europa no divulgado hasta ahora, se congregaron los doce hombres que presentaban la suma del saber espiritual de su época y que representaba las doce tendencias espirituales. En este Colegio de los Doce existía en parte una clarividencia basada en recuerdos únicamente y en parte una sabiduría de orden intelectual: los siete sucesores de los siete Rishis recordaban su antigua sabiduría; los otro cinco representaban la sabiduría de las cinco culturas post-atlantes.


De manera que en los Doce se conjugaba la suma total de la sabiduría atlante y post-atlante: once de ellos, privados de la visión espiritual directa, alcanzaban su saber sumergiéndose en los recuerdos de sus encarnaciones anteriores; y el doceavo era el que poseía en el más alto grado la sabiduría intelectual de la suya. Empero el punto de partida de una nueva cultura sólo fue posible gracias a que un treceavo entró en el círculo de los Doce. Este treceavo no era un erudito en el sentido de aquella época; era una individualidad que había estado encarnada en tiempos del Misterio del Gólgota. En encarnaciones subsiguientes se había preparado para su misión por un ánimo devoto y una vida de fervorosa entrega a Dios. Era una gran alma, un hombre devoto y profundamente místico que tenía innatas estas cualidades, no que las había adquirido simplemente. Si ustedes se imaginan a un joven muy devoto, en íntegra e incesante entrega a su Dios, tendrán ante sus ojos la imagen de cómo era la individualidad del treceavo. Este treceavo creció enteramente bajo el cuidado y la educación de los Doce y de cada uno de ellos recibió toda la sabiduría que eran capaces de darle. Se le educó con sumo esmero y de tal manera que sólo los Doce, y nadie más que ellos, pudieron ejercer una influencia sobre él. Se le mantuvo aislado del resto del mundo. En aquella encarnación del siglo XIII, era un niño muy endeble; de ahí que la educación que los Doce le otorgaron tuvo que influir hasta en su cuerpo físico. Los Doce, a su vez, profundamente compenetrados de sus respectivas misiones espirituales y profundamente henchidos de Cristianismo, eran conscientes de que el Cristianismo exterior de la Iglesia no era más que una caricatura del Cristianismo genuino. Pletórico de la grandeza del Cristianismo se les consideraba, exteriormente, sus enemigos.




Cada uno de ellos estudiaba y profundizaba solamente un aspecto del Cristianismo, en aspiración de reunir las diversas religiones en una gran unidad; estaban convencidos de que sus doce corrientes abarcaban la totalidad de la vida espiritual y cada uno de ellos, en la medida de sus fuerzas, ejercía su influencia sobre el discípulo. Su meta era llegar a la síntesis de todas las religiones, pero sabían que esto no podía alcanzarse por teorías sino sólo por la realización de la vida espiritual. Y para esto fue necesario la correspondiente educación del treceavo. Mientras las energías espirituales del treceavo se acrecentaban infinitamente, sus fuerzas físicas disminuían sin cesar. Esto les llevó al extremo de que cesó casi toda conexión del discípulo con la vida exterior, todo su interés por el mundo físico: vivía únicamente para el desarrollo espiritual, orientado por lo Doce; en él existía un reflejo de la sabiduría de los Doce. Finalmente el treceavo rehusó todo alimento y lentamente se consumía. Entonces sobrevino un acontecimiento realizable sólo una vez en la historia, uno de esos acontecimientos que pueden tener lugar cuando las potencias macrocósmicas, en atención a sus frutos, obran en conjunto. Tras algunos días, el cuerpo del treceavo se volvió completamente transparente y durante varios días estuvo como muerto. Entonces, entorno a él se reunieron los doce a ciertos intervalos, y en esos momentos fluía de su boca toda sabiduría. En breves fórmulas, comparables a rezos devotos, hacían fluir su sabiduría hacia el treceavo que yacía como si estuviera muerto. Lo mejor es imaginarse a los Doce agrupados en forma de círculo en torno al treceavo. Este estado terminó cuando el alma del treceavo, que había vivido una grandiosa transformación, pareció despertar como alma nueva. Existía en ella algo como un renacimiento de las doce sabidurías, de suerte que también los doce sabios pudieron aprender algo enteramente nuevo de ese joven. También el cuerpo transparente se vitalizó en forma tal que no puede compararse a nada. El treceavo pudo en adelante hablar de vivencias completamente nuevas; y los doce pudieron comprender que él había pasado por la experiencia de Damasco: se trata de una repetición de la visión que tuvo San Pablo en Damasco. En el curso de pocas semanas, el treceavo transmitía en forma nueva la sabiduría que había recibido de los Doce. A lo que él les revelaba los Doce lo llamaban el Cristianismo verdadero y el de la época en que vivían. El treceavo murió relativamente pronto y los Doce se dieron a la tarea de transcribir en forma de imaginaciones única en que era posible hacerlo, lo que el treceavo les había revelado.

Así nacieron las figuras e imágenes simbólicas contenidas en las obras de Hinricus Madathanus Theosophus, y también las comunicaciones de H. P. Blavatsky en su obra "Isis sin velo". El proceso oculto hemos de imaginar que consistió en que el fruto de la iniciación del treceavo se conservó en su cuerpo etéreo postmortem y, por lo tanto, persiste en el aura espiritual de la tierra. Este fruto tuvo efecto inspirador sobre los Doce así como sobre sus discípulos posteriores de modo que de ellos pudo originarse la corriente rosacruz oculta. Y el cuerpo etéreo continuó activo, y al reencarnarse el treceavo de nuevo, ya en el siglo XIV, compenetró el cuerpo etéreo de éste. Más o menos nació a mediados del siglo y vivió en esa encarnación más de 100 años; se educó en el círculo de los discípulos y sucesores de los Doce, de manera semejante pero no tan ajeno al mundo como en su encarnación anterior. Al llegar a los 28 años de edad surgió en él un ideal extraño. Se sintió impelido a viajar y a salir de Europa. Primero fue a Damasco, y allí se repitió para él una vez más la Experiencia que San Pablo había tenido. Esta experiencia debe considerarse como fruto de un germen de la encarnación anterior. Todas las energías del maravilloso cuerpo etéreo de la individualidad del siglo XIII habían quedado intactas, y nada de él se desvaneció después de la muerte en el éter universal; era un cuerpo etéreo íntegro permanente, intacto desde entonces en las esferas etéreas. Ese mismo cuerpo etéreo, de sutil espiritualidad, iluminaba e irradiaba desde el mundo espiritual la nueva encarnación que esa individualidad tenía en el siglo XIV. De ahí el impulso de volver a vivir el Evento de Damasco. Esta es la individualidad de Christian Rosenkreutz; él era el treceavo en el círculo de los Doce y de esa encarnación en adelante se le llamó así. Esotéricamente él ya era Christian Rosenkreutz en el siglo XIII, pero no se le dio este nombre exotéricamente hasta el siglo XIV y los discípulos del treceavo, los sucesores de los Doce del siglo XIII, son los rosacruces.



Christian Rosenkreutz viajaba por todo el mundo conocido. Habiendo recibido instalada toda la sabiduría de los Doce, fecundada por la gran Entidad de Cristo, le resultó fácil asimilar, en el curso de siete años, toda la sabiduría de esa época. Regresó a Europa después de siete años de ausencia y aceptó como discípulo a los más avanzados de entre los discípulos y sucesores de los Doce y fue entonces cuando propiamente comenzó la labor de los rosacruces. Gracias a las irradiaciones del maravilloso cuerpo etéreo de Christian Rosenkreutz, fue posible emprender un enfoque del mundo totalmente nuevo. Ahora bien, el trabajo realizado por los rosacruces hasta nuestro tiempo ha sido externo e interno. El externo tuvo por objeto explorar lo que se halla detrás de maya, mundo fenoménico concebido como imagen falaz. Todo el macrocosmos se basa en un macrocosmos etéreo o cuerpo etéreo, en analogía al que tiene el hombre. Existe cierta transición limítrofe de la sustancia burda a la más fina. Dirijamos nuestra mirada sobre el límite entre la sustancia física y etérea. Nada en el mundo se parece a lo que se encuentra entre la sustancia física y la etérea; no es ni oro ni plata, ni plomo ni cobre; es una sustancia incomparable con cualquier otra sustancia física: es la esencia de todas ellas. Tenemos ahí una sustancia que está contenida en todas las demás substancias físicas, de modo que estas pueden considerarse como modificaciones de aquélla. Llegar a la visión clarividente de esa sustancia ha sido preocupación de los rosacruces. Ellos han considerado como preparación para el desarrollo de esa visión la actividad acrecentada de las energías morales del alma, actividad que luego hace visible la sustancia: en las energías morales del alma veían la potencia para la visión. Los rosacruces efectivamente contemplaron y descubrieron esa sustancia; encontraron que vive en forma determinada en el mundo, tanto en el macrocósmico como en el humano; Fuera, en el exterior, la veneraron como el gran manto, el ropaje del universo; en el interior, en el hombre la vieron brotar cuando en él existe una reacción armoniosa entre pensamiento y voluntad. Veían las energías volitivas en el hombre, sino también en el macrocosmos, por ejemplo, en el trueno y el relámpago. Asimismo, observaban también las energías intelectivas, por una parte en el hombre y, por otra, en el mundo exterior, en el arco iris o en aura. Los rosacruces buscaban en las irradiaciones del cuerpo etéreo del treceavo, de Christian Rosenkreutz, la energía para realizar en la propia alma esa armonía entre la voluntad y pensamiento. Ha sido regla entre los rosacruces que todos sus descubrimientos permanecieran secretos por cien años y que sólo transcurrido ese tiempo se comunicaran al mundo. Sólo después de una labor de cien años sobre algo nuevo, se permitía hablar de él en forma adecuada. Así se preparó del siglo XVII al siglo XVIII, lo que en 1785 halló la expresión en el libro "Los símbolos secretos de los rosacruces". También es de gran importancia saber que la inspiración rosacruz se transmite en cada siglo en forma tal que su mensajero nunca se identifica exteriormente. Sólo los supremos iniciados lo saben. Hasta hoy, por ejemplo, no se podía hablar públicamente de los acontecimientos de cien años atrás, período fijado para que se caractericen, ya que es demasiado grande la tentación de otorgar a una autoridad personificada, si es portadora de un mensaje, un culto de idolatría fanática, lo peor que puede suceder. Este peligro es muy natural, y la discreción es una necesidad, no sólo contra las tentaciones de la ambición y de la altanería, quizá neutralizables, sino, sobretodo, contra los ataques astrales ocultos que se dirigían continuamente hacia una individualidad de esas características. De ahí la importancia de no hablar de esos hechos durante cien años. A consecuencia de la labor rosacruz, el cuerpo etéreo de Christian Rosenkreutz se vigorizó y se hizo más potente de siglo en siglo. Ejercía su influencia no sólo a través suyo, sino asimismo a través de todos los que eran sus discípulos.



Desde el siglo XIV, Christian Rosekreutz ha encarnado una y otra vez. Todo lo que se promulga como Teosofía recibe el vigor del cuerpo etéreo de Christian Rosenkreutz, y lo que la proclaman dejan que les haga sombra este cuerpo etéreo que puede actuar sobre ellos lo mismo cuando Christian Rosenkreutz está encarnado que cuando no lo está. En el siglo XVIII, el conde Saint-Germain fue la reencarnación esotérica de Christian Rosenkreutz, sólo que ese nombre se atribuía también a otras personas, de modo que no todo lo que en diversas partes se dice del Conde de Saint-Germain es válido para el auténtico Christian Rosenkreutz. También hoy Christian Rosenkreutz se halla encarnado. De las irradiaciones de su cuerpo etéreo brotó la inspiración para la obra de H. P. Blavastsky "Isis sin velo". Esta misma influencia de Christian Rosenkreutz actuó también, invisible, sobre Lessing y le inspiró su escrito sobre "La educación del género humano" (1780).

Por el alud materialista se hizo más y más difícil lograr inspiraciones en sentido rosacruz. En el siglo XIX, el materialismo llegó a pleamar. En consecuencia, mucho pudo presentarse únicamente en rayos polirefractados. En 1851, Wiedenmann resolvió el problema de la inmortalidad, en el sentido de la reencarnación; su escrito fue premiado. Hacia 1850, Drossbach escribió en sentido reencarnacionista desde el punto de vista de la psicología. Así es como también en el siglo XIX las irradiaciones del cuerpo etéreo de Christian Rosenkreutz han seguido actuando. Y fue posible renovar la vida teosófica cuando, en 1899, había expirado el pequeño Kali Yuga. Por esta razón, el acceso al mundo espiritual es hoy más fácil, y el efecto espiritual es posible en mucha mayor medida. La entrega al ya poderoso cuerpo etéreo de Christian Rosenkreutz significará para los hombres la nueva clarividencia y despertará los poderes espirituales latentes, pero esto sólo será posible para las personas que sigan correctamente la disciplina de Christian Rosenkreutz. Hasta ahora se requería para ello la preparación rosacruz esotérica; el siglo XX tiene la misión de procurar que este cuerpo etéreo cobre tanto poder que pueda asimismo obrar exotéricamente. Los que reciban su influencia, podrán vivir la Experiencia que San Pablo tuvo ante las puertas de Damasco.

Hasta ahora, ese cuerpo etéreo sólo ha influido sobre el movimiento rosacruz; en el siglo XX habrá más y más personas que experimentarán ese efecto y de esta manera serán capaces de vivir la aparición de Cristo en su cuerpo etéreo. La labor de los rosacruces haráposible que tengamos la aparición etérea de Cristo y que aumente de día en día el número de quienes puedan percibirla. Hemos de atribuir esta reaparición a la magna labor de los Doce y del treceavo miembro en los siglos XIII y XIV. Una vez convertidos ustedes en instrumentos de Christian Rosenkreutz, podrán estar seguros de que hasta su más pequeño esfuerzo anímico tendrá valor para la eternidad.




[1] Sobre los orígenes rosacruces existe una gran polémica entre los estudiosos, ya que para algunos sus antecedentes no se remontan más allá del siglo XV, señalándose a Valentín Andrade como su verdadero fundador, y a su vez, el hombre tras Christian Rosacruz. Sin embargo, para quién escribe, y debido a la gran quema de documentos rosacruces practicadas, especialmente por los nazis, es probable que de la historia estén ausentes muchos datos, y en su intermedio se hayan erigidos pantallas, para desviar la atención, de la Hermandad Blanca, que aún continúa su intervención desde la sombras ¿subterráneas? El tiempo dirá …
[2] Se hace referencia a la posibilidad de una fuerte de energía desconocida, que no se apagaba nunca.
[3]“La persona que localizó la gruta vio brillar una luz, se acercó a ella y descubrió un sepulcro iluminado. En su interior había un cadáver en un estado de conservación extraordinario, con un aspecto de tener cuarenta años. En la pared del sepulcro aparecía grabada una inscripción: "Seré descubierto dentro de ciento veinte años". Al lado de su cuerpo se hallaron lámparas ardientes llamadas "eternas" que no cesaron de arder durante todos esos años en la cripta funeraria. Además, fueron encontrados libros, como el Microcosmos de Paracelso, campanillas y curiosos espejos de diversas virtudes”
[4] Vinculado al lema alquímico VITRIOL, que refiere: “Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem Veram Medicinam («Visita el interior de la Tierra, y rectificando encontrarás la lápida oculta que es la verdadera medicina».)”.
[5] Se cree que este personaje, pudo tener relación con el movimiento Cátaro, exterminado cruelmente por la Inquisición, brazo armado de la Iglesia Católica. Véase: http://www.revistabiosofia.com/index.php?option=com_content&task=view&id=226&Itemid=47

Fuentes:

Zeldis, León.Los Manifiestos Rosacruces
http://www.freemasons-freemasonry.com/zeldis17.html
Callejos, Jesús.El misterio de las lámparas perennes
http://www.paleoastronautica.com/157_lamparas_perennes.html



Christian Rosenkreutz:Father of Modern Western Esoteric Science





2 comentarios:

  1. La Colegiatura Invisible y los Rosacruces parecen tener alguna relación con el concepto de Kyle Griffith de Guerra en el Cielo.

    Hynek y hasta Vallée transitaron por esta senda en busca de respuestas... y no olvidemos a que fraternidad pertenece John Baines.

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  2. Gracias Ranandiro por tus aportes, no conocía el trabajo de Griffith, y aunque es una revelación de corte contactista, vale la pena su lectura. Es un tema para profundizar. Saluda, Debbie

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