"El Papa del Fin del Mundo"
Débora Goldstern©
Jorge Mario Bergoglio |
Aunque es muy pronto para hacer una evaluación sobre el nombramiento producido ayer en Roma, que por primera vez eleva a un sudamericano al sillón de Pedro, es imposible no substraerse ante algunas reflexiones.
Nadie puede negar el impacto de esta noticia, que a nivel local, sin dudas, es una de las más importantes de la historia argentina, además de sus implicancias continentales, girando el foco de la atención mundial, hacia una región denominadas por muchos como tercermundista.
Personalmente la “buena nueva”, absolutamente inesperada en todos sus cálculos, supone ciertos temores latentes, acerca del significado que este Papa pueda tener de ahora en más, en la vida de los pueblos sudamericanos, tan pendientes aún de los dictados de Roma.
El temor más inmediato, es un exacerbamiento de la presencia clerical en la vida diaria de esta parte del Cono Sur, la cual puede significar cierta parálisis y retrocesos, en cuanto a desprenderse de un legado, que desde hace quinientos años, digita a sangre y fuego el destino de los latinoamericanos.
Dentro de esta mirada, la elección de un pontífice jesuita de ahora en más, autitulado, “Francisco”, revela, una jugada muy bien escenificada, y que nos hace sospechar, por la adhesión, que este nombre supone en la psiquis popular, al vincularlo al gran San Francisco de Asís, santo, recordado por sus votos de pobreza y que llevara al orgulloso Vaticano a terminar por reconocer a la Orden, como una de sus “hijas más dilectas”.
Un tema que tampoco se puede pasar por alto, cuando se revisa el “dossier Bergoglio”, es su pasado ortodoxo y conservador, así como la de una activa “criatura política”, que nunca se avergonzó de codearse con los sectores más pudientes y opositores de la vida Argentina. Dentro de ese mismo pasado también se mencionan sus coqueteos, hoy negados, con la dictadura militar, que llevara a la desaparición de tantos compatriotas.
Pero para quién desee profundizar aún más, en la figura que hoy ocupa el sillón vaticano, no debe pasarse por alto su afiliación jesuita, Orden, que no olvidemos se caracterizó por su afán de poder, la cual le valió durante la era colonial, la expulsión del continente.
Tampoco se debe soslayar que estamos ante una de las facciones más atentas, no solo en materia científica, sino en otras cuestiones, que de mencionarlas en este momento sorprendería por sus implicancias a nivel “esotérico y subterráneo”, y que en su momento haré público.
Por lo pronto se avecinan tiempos extraños, estemos atentos, nada es lo que parece …!
Franco Zefirelli
(1972)
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