HELENA PETROVNA BLAVATSKY
SACERDOTISA DE LO OCULTO
Débora Goldstern ©
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Sobre un sicomoro, que estaba al lado, parpadeaban otras pequeñas llamas. Nuevamente se quemó incienso, y entonces Mme. Blavatsky ordenó al espíritu en cuyo honor había sido alzado el monumento que apareciese. Bien pronto una vaporosa nubecilla se levantó velando a la débil claridad de la luna. Al echar más incienso aún, la nubecilla tomó la forma vaga de un anciano de lengua barba, quien, con vos lejana, pareció hablar a través de la nubecilla, diciendo que el monumento había sido el altar de un templo destruido hacía tiempo, y elevado en honor de un dios caído siglos antes de nuestra era. —Y vos ¿quién sois?, interrogó Mme. Blavatsky. —Soy Hiero, uno de los sacerdotes de este templo—. Entonces Mme. Blavatsky le ordenó nos mostrase el templo tal y como antaño existió. El anciano se inclinó, reverente, y por un instante pudimos contemplar la visión de un templo y de una gran ciudad, que cubría la llanura en todo lo que alcanzaba la vista. Después todo desapareció.” (Relato de la Condesa Pashkoff, publicado por el periódico norteamericano New York World el 21 de abril de 1878).[2]
La descripción citada, constituye una buena muestra sobre el problema a enfrentar. El estudio de una personalidad como la de Helena Petrovna Blavatsky —mejor conocida por sus iniciales “H.P.B”-, resulta para cualquier investigador una tarea riesgosa. A más de un siglo de su fallecimiento acaecido en 1891, seguimos sin conocer realmente quién era H.P.B. Súmese a este enigma sus biógrafos, y la ecuación se complica. Detractores furiosos, defensores acérrimos, las opiniones distan de ser coincidentes. Aclarado el concepto, entregamos nuestra propia versión de esta historia, con el temor de defraudar en el camino, a partidarios y enemigos blavatskianos.
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En este ambiente privilegiado se desarrollaron los primeros años de la joven Helena, que a la edad de 11 años, y después de perder a su madre, fue trasladada a la región de Saratoga para quedar bajo la tutela de su abuela, la princesa Dolgorouky. La misma Helena declararía después que “en aquella época de su vida se vio cuidada y mimada por un lado, castigada y endurecida por otro. Enferma y casi moribunda hasta los siete años u ocho años, sonámbula; poseída por el demonio. Gobernantas, dos. Niñeras, no sé cuántas, muchas... Una era medio tártara. Los soldados de mi padre cuidaban de mí...” De esta época data el apodo conferido por las tropas paternas a Helena y sus hermanas, que fueron conocidas como “las hijas del regimiento”.
Años más tarde una de sus mayores confidentes, su hermana menor Vera, escribiría una biografía titulada: La verdad acerca de Madame Blavatsky que brinda una mirada bastante peculiar sobre los primeros tiempos de Helena: “Era exclusivista, caprichosa, original, y a veces osada hasta la temeridad y la violencia, todos los maestros habían agotado su paciencia en Helena, quien jamás se avenía a horas fijas para sus lecciones, asombrándolos sin embargo, por su viva inteligencia, especialmente en lo relativo a la música y a los idiomas extranjeros”.
Sin embargo, esta inteligencia vivaz estuvo rodeada desde siempre por una atmósfera paranormal que la acompañó durante toda su vida. El primer reporte de estas “manifestaciones” lo tenemos en la ceremonia de su bautismo, según relato que nos lega Sinnet, estrecho colaborador en la Sociedad Teosófíca: “Estaba a punto de terminar la ceremonia. Los padrinos pronunciaban la renuncia a Satán y sus obras, que en la Iglesia ortodoxa va acompañada de tres salivazos contra el invisible enemigo. En aquel momento la chiquilla, jugando en el suelo con el cirio encendido, prendió fuego inadvertidamente a los largos y flotantes hábitos del sacerdote, sin que nadie reparara en el incidente hasta que ya fue demasiado tarde. Propagóse el fuego y resultaron varias personas, entre ellas el sacerdote, con varias quemaduras”. Cabe aclarar que HPB no sufrió daño alguno, siendo este considerado un presagio funesto y motivo de sobrenombre para la niña, ya que no se tuvo mejor idea que proclamársela “la concubina de Satán”.
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Remito tres opiniones divergentes acerca del sonambulismo. Obsérvense las diferencias entre un punto y otro. Allan Kardeck[6], padre del espiritismo francés, explica en su obra El libro de los Espíritus que “... en el sonambulismo, el espíritu se pertenece a sí mismo completamente, y estando hasta cierto punto en estado cataléptico, los órganos no reciben las impresiones externas. Este estado se manifiesta especialmente durante el sueño, momento en que puede el espíritu abandonar provisionalmente el cuerpo, entregado como está éste al descanso indispensable a la materia. Cuando se producen los hechos sonambúlicos, débense a que el espíritu, ocupado de este o aquel asunto, se entrega a alguna acción que requiere el empleo del cuerpo, del cual se sirve de un modo análogo al uso que se hace de una mesa o cualquiera otro objeto material en el fenómeno de las manifestaciones físicas, o de la mano en el de las comunicaciones escritas. En los sueños de que se tiene conciencia, los órganos, incluso los de la memoria, comienzan a despertarse; reciben imperfectamente las impresiones producidas por los objetos o causas externas, y las comunican al espíritu que, reposando también entonces, no recibe más que sensaciones confusas e incoherentes con frecuencia y sin ninguna razón aparente de ser, mezcladas como están de vagos recuerdos, ya de esta existencia, ya de las anteriores. Fácil es entonces comprender por qué los sonámbulos no tienen ningún recuerdo y por qué los sueños cuyo recuerdo conservamos, no tienen sentido alguno las más de las veces. Digo las más de las veces, porque sucede que son consecuencia de un recuerdo exacto de acontecimientos de una vida anterior, y alguna vez hasta una especie de intuición del porvenir...”
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A este propósito, agregaremos que hay grandes semejanzas entre el médium, el sujeto hipnótico, y también el sonámbulo natural; hay un cierto conjunto de condiciones «psicofisiológicas» que les son comunes, y la manera en que se comportan es muy frecuentemente la misma...”. Y para cerrar el menú, el gran psiquiatra suizo y sucesor de Freud, Carl Gustav. Jüng, con un pasaje extraído de su tesis doctoral “Sobre la psicología y patología de los así llamados fenómenos ocultos”: “... los síntomas de sonambulísticos son particularmente comunes en la pubertad, y muchos casos bien conocidos en esta edad son citados. El aumento de la personalidad inconsciente, está definido como el proceso automático cuyos resultados no están disponibles para la actividad síquica consciente del individuo ...”.
Quién escribe sostiene que hay pequeñas dosis de verdad en cada una de las posturas citadas, revelando para el intérprete aspectos esenciales de la personalidad de Blavatsky. Después de este pequeño break, retomemos nuestro estudio. Pero el sonambulismo sólo era uno de los fenómenos que desde pequeña perturbaban a la joven Helena.
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Resulta un problema de envergadura para la mayoría de sus críticos más furiosos, tener que citar en cada biografía un relato como el descrito, que para su desazón está debidamente documentado.
Otro aspecto desconcertante es el enigma de su inmensa sabiduría. En muchos estudios sobre su persona, se asegura que su reputación de erudita se gestó años después de su partida de Rusia, a través de los innumerables viajes que realizó por el mundo y por el conocimiento trasmitido por sus Maestros. Su educación en esta etapa juvenil, aseguran, fue bastante mediocre. Pero hoy día investigaciones más actuales revelan una historia bien distinta, como por ejemplo, que a la edad de 16 años, sintiera interés por los libros místicos que encontró en la biblioteca de su abuelo. Además, se debe destacar que éstos contaban con una de las mejores colecciones de fauna, flora, y reliquias de animales antiguos a la que Helena tenía acceso, que sin duda le fueron de fuente de inspiración en la Redacción de la Doctrina Secreta.
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En esta época, Helena tenía 17 años y al parecer el viejo General, en ese entonces Vicegobernador de la provincia de Ereván, Cáucaso, no era tan anciano como se dice sino que apenas pasaba los cuarenta. Ya antes de contraer matrimonio Helena le había prometido a su futuro esposo que sólo habría un desgraciado en este enlace y que precisamente no sería ella. “La misma noche de la boda, el general se llevó a su joven esposa a una dacha cercana a la frontera persa. Era el 7 de julio de 1848. Durante el viaje, Helena intentó sobornar a un cosaco de su séquito para que la llevara a Persia. Denunciada, fue considerada desde ese momento como prisionera. La encerró en la dacha día y noche, vigilada día y noche por los soldados. Intentó seducirla por todos los medios. La joven se resistía obstinadamente, lloraba, injuriaba, rompía muebles y objetos. El general le mandó a administrar severas correcciones por sus soldados. Todo fue inútil. Parecía insensible a los golpes. El general le administró un narcótico, bebió más de la cuenta e intentó violarla. Entonces se dio cuenta que su joven esposa presentaba una anomalía sexual. Transcurridos tres meses, un día Helena burló la vigilancia de sus guardianas y huyó al Tiflis, desde donde avisó a su padre, pero temiendo que éste la devolviera a su esposo, embarcó en un velero hacia Constantinopla y de ahí a Egipto...”.
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Goldstern, Débora.
Sociedad Teosófica: Culto a los Mahatmas
En: http://www.enigmasymisterios.net/nspip/article335.html
Madame Helena Petrovna Blavatsky
TEOSOFIA E MADAME BLAVATSKY
Hola Ana Debora
ResponderEliminarMe gustaria reflexionar junto a todos sobre la siguiente cita del libro "El teosofismo, historia de una seudoreligion" de Rene Guenon. cito:
"Pero, ¿ no habra quizas, detras de todos estos movimientos, alguna cosa, por lo demas espantosa, que sus jefes tal vez no conocen y de la que son, por tanto, solamente simples instrumentos"
27/2/2011.
Hola:
ResponderEliminarConozco al libro y a su autor, te recomiendo leer mi post sobre los Superiores Desconocidos, y entonces entenderás ...