23 de junio de 2008

Túneles de Azerbaiján

Túneles de Azerbaiján -Rusia


En Tierra sin Tiempo (1969) del escritor italiano Peter Kolosimo encontramos esta interesante referencia:

“Algunos extraños fenómenos, agigantados por la superstición popular, indujeron a los científicos soviéticos a interesarse por el “pozo sin fondo” de Azerbaiján. De las vorágines subían alaridos estremecedores, silbidos, golpes, gemidos, y a veces una luz azulenca parecía emanar de sus paredes. Los investigadores sabían perfectamente que aquellas manifestaciones son harto frecuentes y que no tienen nadad de sobrenatural; algunos de ellos se metieron en la “chimenea”, pero, al no lograr ver el final, prefirieron explorar los contornos, ricos en hendiduras, con la esperanza de encontrar alguna vía de comunicación con el pozo. Y descubrieron más de cuanto se esperaban: un enjambre de galerías, que pronto se advirtió que tenía ramificaciones en Georgia y en toda la región caucásica.

De momento creyose que se trataba de cavernas prehistóricas: en efecto, no lejos de la boca salieron a la luz inscripciones y restos humanos. Un examen más profundo, sin embargo, demostró que los huesos tenían una edad muy posterior respecto a la de los dibujos; y pronto resultó evidente que la mayoría de las grutas conducían a túneles escavados en el corazón de las montañas y que eran difícilmente explorables, por los desmoronamientos que los obstruían.




Pero ya así, aquella red aparecía asombrosa, revelando anchos conductos que llevaban a “placitas”, redondas, de las que salían otras vías, extraños nichos vacíos, pozos y canalillos tan angostos que ni siquiera permitían el paso de un niño.


La única gran galería que pudo ser recorrida un buen trecho conducía a una plaza subterránea muy espaciosa, de más de veinte metros de altura, indudablemente excavada por seres inteligentes. Pero ¿con que objeto? La absoluta falta de huellas no permitió formular hipótesis: la solución del misterio está probablemente más adelante, donde no es posible penetrar.


Las entradas principales de las galerías caucásicas son muy regulares: sus paredes rectas, las bóvedas apretadas, brindan a veces un espectáculo de belleza ultraterrena; y lo más singular estriba en el hecho que recuerdan, es más casi reflejan, los túneles de la América Central.


En las grutas que a menudo se abren cerca de las galerías rusas, se observan curiosas inscripciones; curiosas, sobre todo, porque se hallan prácticamente en todas las partes del mundo y porque su origen plantea interrogantes fantásticos; notamos la omnipresente esvástica, el símbolo del infinito, la espiral.


¿Por quién fueron excavados aquellos túneles y con qué objeto? Es imposible decirlo. Para un grupo de arqueólogos soviéticos, formarían parte de un gigantesco sistema de arterias que se prolonga en dirección de Irán y que pudiera comunicar no solamente con los descubiertos en las proximidades del río Amu Daria (Turquemistán y fronteras ruso-afganas), sino con los laberintos subterráneos de la China centro-occidental, del Tíbet y de Mongolia.”


Una historia complementaria a la de Kolosimo sobre el Turquemistán, refiere que desde 1920 se tenían noticias sobre estos misteriosos túneles. Al parecer, un suceso que protagonizaran dos lugareños, puso en alerta a investigadores y exploradores que comenzaron a arribar a esta remota región. “Según se dice, dos vecinos que perseguían un oso a través de galerías secundarias, un verdadero laberinto, se encontraron repentinamente frente a una pared de vidrio, tras la cual dormía un gigante rubio rodeado de otros seres igualmente dormidos en estos sarcófagos de vidrio”.

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