1 de marzo de 2013

Ron Hubbard - The Master - Débora Goldstern


Lafayette Ron Hubbard
“The Master”
Débora Goldstern©






Por estos días se estrena en Argentina, The Master, última obra del cineasta norteamericano Paul Thomas Anderson. 

Más allá de sus méritos artísticos, debido a las excepcionales actuaciones de dos de sus protagonistas principales, Joaquin Phoenix y Philip Seymour Hoffman, el film resulta un documento invaluable, ya que brinda un retrato descarnado de una figura clave dentro del movimiento New Age, Lafayette Ron Hubbard, fundador de la Cientología. 

Aunque la película se trató de borrar cualquier huella que vinculara a Hubbard con el nudo central de la historia, el espectador, puede reconocer algunos apuntes biográficos de quién decimos, fuera uno de los cultores más influyentes del poderoso culto cientológico.





Sin embargo, The Master, no es la primera aproximación que se recrea acerca de Hubbard, sino que años antes, John Travolta, uno de sus seguidores más notorios además de Tom Cruise, llevó a la pantalla grande Campo de Batalla: La Tierra, 2000, basado en una obra escrita por el propio Hubbard y que en su momento fuera un verdadero best–seller. 

En esta obra publicada en el 82’, se tejía un relato que remontaba al lector hacia los mismos orígenes del hombre, en una semblanza similar a lo imaginado por Zecharías Sitchin en el Doceavo Planeta, 1976.

El hombre que dijo poder anular recuerdos dolorosos en la memoria para sanar heridas y crear una especie libre de culpas y pecados, fue un desconocido hasta los últimos días de su vida, y aunque tenemos algunas semblanzas sobre sus andanzas, quedan muchas páginas en blanco acerca de sus “reales actividades”.




Uno de los pocos investigadores que reparó en la otra cara de Hubbard, fue el gran estudioso de origen galo Jacques Bergier. Quién fuera uno de los fundadores del Realismo Fantástico, legó algunas pistas inéditas, en su ya clásico  Los libros Condenados (1975), efectuando un retrato poco estudiado del polifacético conductor de la Cientología.




Veamos:



“En el momento que escribimos esto, un yate muy lujoso recorre los océanos del globo. Enarbola un pabellón que no es de ningún país conocido o desconocido. Hay, a bordo, unos cuantos guardias armados, pues, en varias ocasiones, alguien ha intentado forzar la caja fuerte del capitán; esta caja fuerte contiene un libro muy peligroso, cuya lectura vuelve loco y se titula Excalibur. 

Para que esta historia sea comprensible, debemos referirnos a la vida del propietario del yate, un americano llamado Lafayette Ron Hubbard, y a sus dos descubrimientos: la dianética y la cientología.

“La historia de Hubbard ha sido contada, generalmente en tono humorístico por Martin Gardner, en los brujos desenmascarados, y por mi mismo en Reir con los sabios. 

Pero algunos hechos nuevos, acaecidos en el curso de los dos últimos años, parecen indicar que hay algo más que una historia graciosa. Trataré de referirla con la mayor imparcialidad posible. Lafayette Ron Hubbard es, sin duda, un explorador y un oficial de la marina norteamericano sumamente valeroso. Fue también –ya no cultiva éste género- uno de los mejores autores americanos de obras fantásticas y de ciencia ficción. Entre sus novelas traducidas al francés citaremos “El brazo derecho de la muerte”.

“Lo mejor de su obra, en el campo de lo fantástico y de la ciencia ficción, fue escrito antes de la guerra de 1940. Durante esta guerra y a consecuencia de una herida sufrida en un combate con los japoneses, Hubbard pasó por la experiencia de la muerte clínica. Le reanimaron, pero parece que conservó la conciencia, cuando esto era normalmente imposible, y que tuvo percepciones y sensaciones que jamás ha explicado por completo.

“Lo cierto es que, después de la guerra, empezó a meditar sistemáticamente sobre el sistema nervioso humano. Y acabó concibiendo y comunicando a John Campbell, el célebre editor de las obras de ciencia ficción, una nueva teoría a la que puso el nombre de dianética.


“La dianética era una especie de psicoanálisis adecuadísimo para seducir a los americanos. En efectos, estos eran muy aficionados al “hágalo usted mismo”, y la dianética permite ejercitar el propio talento sobre alguien, sin haber hecho previamente ningún estudio. 

“La teoría general de la dianética admite como Freud, la existencia de un inconsciente; pero así como el inconsciente freudiano es extraordinariamente astuto –copiado del diablo-, el inconsciente de Hubbard es absolutamente estúpido. 

Nos impulsa a cometer las mayores estupideces porque lo toma todo al pie de la letra, es incapaz de captar lo significativo y se compone de una serie de registros o enagramas (Hubbard emplea este término científico en un sentido que nada tiene que ver con el que se le da normalmente).


“El inconsciente de Hubbard se forma muy pronto, principalmente durante la vida del feto. Basta, según Hubbard, que se diga a una mujer encinta: “te empeñas en conducir por la izquierda”, para que su hijo, una vez adulto, ¡caiga en el izquierdismo más extremo!

“Si se consigue liberar a un cerebro de todos sus enagramas, anunció, triunfal, Hubbard, se producirá un sujeto perfectamente “claro”. Este sujeto “claro”, desprovisto de todo complejo, enteramente sano de espíritu, constituirá el embrión de una especie humana nueva, próxima a la super humanidad. Esto puede conseguirse mediante una simple conversación con el sujeto, empleando las técnica que Hubbard describe en sus artículos de Astounding Science Fiction o en su libro Dianética, que recién publicado se convirtió en un best-seller.

“Hubbard empezó por tratar a su mujer. En cuanto esta adquirió la “claridad”, pidió el divorcio y lo obtuvo, Después, Hubbard trató a un amigo suyo, el cual una vez convertido en “claro”, mató a su esposa y se suicidó. Entonces, la popularidad de la dianética llegó a ser inmensa. En el año 19555, eran a miles los americanos que se trataban por la dianética. Los resultados no fueron tan sensacionales como al principio, pero este pequeño juego de salón tardó muy poco en hacer la competencia al psicoanálisis.

“El psicoanálisis tiene la evidente ventaja de poder aplicarse a los animales. En los Estados Unidos, hay psicoanálisis para perros, mientras que no se conocen técnicos de dianética para los canes. En cambio, la dianética tiene la ventaja de ser rápida y poco costosa, y de presentar al psiquismo humano, no en términos complicados, sino en forma de diagramas, bastante parecidos a los que no permiten instalar un timbre eléctrico en nuestras casas. Y esto resulta mucho más cómodo.

“Hubo además, psicoanalistas que se sometieron al tratamiento, y que sin volverse absolutamente “claros”, reconocieron que éste había sido muy beneficioso. Cuando leemos a Hubbard, la no sacamos la impresión de que esté más loco que Reich o que Ferenczy. Más bien diríamos que lo está menos. En lo que respecta a los recuerdos formados durante la vida del feto, Hubbard parece tener razón. El fenómeno parece haber sido comprobado clínicamente, y que plantea un problema que sigue sin resolver: ¿cómo puede el feto, que aún no tiene sistema auditivo, oir lo que se dice a su alrededor? Sin embargo, lo oye, y esto está actualmente comprobado.

“Sea lo que fuera, no puede decirse que la dianética sea una locura mayor o menor que el psicoanálisis. Ambos “marchan”, no también como los métodos del primitivo chamán, pero marchan. Toda psique realiza un esfuerzo tal conseguir el equilibrio, que cualquier técnica puede mejorar temporalmente un psiquismo defectuoso. Desde luego, esta mejoría no es duradera, pues solo los métodos químicos pueden curar de veras.

“La dianética parecía ser destinada a no ser más que uno de los tantos métodos curiosos, y así fue considerada por todo el mundo. Pero la historia solo acababa de empezar. Después de reflexionar sobre los defectos de la dianética, Hubbard llegó a la conclusión de que ésta sólo curaba las cicatrices psíquicas debida a los acontecimientos de esta vida terrestre, y en ningún caso las heridas producidas en vidas anteriores. Entonces creó una nueva disciplina: la cientología.

“La dianética fue un fuego de hojarasca; en cambio la cientología, con un desarrollo lento y progresivo, conoció un crecimiento constante, que hizo que, en 1971, el movimiento cientológico constituyera una fuerza mundial capaz de inquietar a muchas personas. 
Este movimiento cuenta con muchísimo dinero, de origen poco conocido. 


Se dice que Hubbard vendió su participación en el negocio original por una suma enorme; se habla de decenas de millones de dólares. Hubbard escribió otros libros; entre ellos, Scientology. Y redactó para información de algunos amigos íntimos, recuerdos de sus vidas anteriores. 

Estos recuerdos proceden, según él, de una gran civilización galáctica, de la que no somos más que una colonia perdida.

“Reunió sus recuerdos en un libro titulado Excalibur, que dio a leer algunos voluntarios. Estos se volvieron locos y, que yo sepa, siguen internados.

“La dianética, el psicoanálisis, la cientología, e incluso los medicamentos conocidos, son incapaces de remediar aquellos hombres. Hubbard sigue navegando por los océanos y tomando notas mientras unos desconocidos tratan de forzar su caja fuerte y de leer Excalibur. Mientras tanto la cientología se desarrolla hasta un punto que parece muy inquietante a numerosas personas. Charles Mason, el asesino de Sharon Tate, declaró que era el representante local de la cientología. Los cientólogos lo niegan, y Hubbard llega a afirmar que había denunciado a Mason al FBI, por considerar que constituía un peligro diabólico. Se acusa a los cientólogos de dominar a la gente, de controlarla, de teledirigirla, y de aspirar a la posesión del mundo. Ellos responden tranquilamente que lo mismo se decía de los primeros cristianos.

“Son numerosísimo, aunque no podemos citar cifras. Pero, en 1969, una asociación inglesa, que luchaba por una medicina más racionalista y por una condena más severa, de las medicinas paralelas, los denunció. Inmediatamente, todos los cientólogos ingleses empezaron a inscribirse en la asociación, y pronto consiguieron la mayoría. Lo cual demuestra que deben ser bastantes numerosos.

“Algunos países hablan de prohibir la cientología; pero que yo sepa esto no se ha hecho en parte alguna. Los enormes medios materiales de que disponen los cientólogos les permiten inundar literalmente el mundo de periódicos, revistas y documentos. La matrícula de un curso de cientología no es cara; por tanto, los recursos del movimiento tienen otro origen”


“Como el origen de todas las religiones, existe un Libro. Con la diferencia de que este libro, Excalibur, en vez de ser difundido, se mantiene cuidadosamente oculto, como el talismán secreto de la nueva religión. El fenómeno es curioso, pues, en casos análogos, como el de los mormones o de los babistas, el libro fundamental – libro de Joseph Smith, para los mormones; profecías de Bab, para los babistas –ha sido profusamente difundido. 

En lo que concierne a la cientología, asistimos, a la vez, a un esfuerzo de propaganda extraordinariamente moderno y a una organización que oculta un libro secreto, que podríamos llamar condenado”

“A nivel popular, la enseñanza cientológica se parece bastante a la dianética primitiva, aunque bajo una forma más razonable. Pretende aumentar la intensidad de la conciencia en las personas tratadas, y tal vez lo consigue. “Ignoro lo que se enseña a nivel superior. 

La literatura de promoción alardea de informaciones procedentes de la época en que la Tierra no era todavía una colonia perdida, sino que formaba parte del gran caudal de la Humanidad Galáctica” 

“También es interesante observar que la cientología se dice perseguida por personas que, en el fondo, son bastantes semejantes a los que yo llamo “Hombres de Negro” y cuya existencia pretendo demostrar en este libro” “Creo que Hitler o Hubbard forman parte de este grupo de sociólogos aficionados que obtienen resultados sorprendentes de una manera absolutamente empírica. Sin embargo, opino que estos practicantes solo pueden actuar con eficacia si están respaldados por un grupo de organizadores y planificadores. 

Ahora, sabemos bastante bien cuál era el grupo que se encontraba detrás de Hitler; en cambio, nada sabemos del grupo que está detrás de Hubbard y, sobre todo, de la financiación de la operación y sus objetivos definitivos. Si existe un libro condenado detrás de Hubabrd, convendría que éste sacase una buena cantidad de fotocopias y las depositase en lugares seguros y repartidos en todo el mundo. Si no lo hace así, no me sorprendería que, el día menos pensado, su yate sufriese un accidente”.



 

2 comentarios:

  1. Malisima pero pesima descripcion del Sr. L. Ronald Hubbard y de lo que es Scientology, mejor aprendan que es y luego publican por que solo distorcionan lo que es realmente.

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  2. Hola anónimo "cientólogo", le comento que distorsión va con "s", o sea, el término correcto es "distorsionan" en su conjugación. Eso por un lado, segundo ¿que deberíamos referir según usted sobre Hubbard? Soy todo oídos! Saluda Débora Goldstern

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