Colección Crespi
y la Civilización Perdida de la Protohistoria Americana
Artículo redactado especialmente
en exclusiva para el sitio Mistery Planet, desarrollando uno de los capítulos
esenciales, acerca del enigma Carlos Crespi y su misteriosa colección, que “Cueva
de Tayos. Secretos Subterráneos de los Mundos Olvidados”, escudriña en su
totalidad.
Atienda el lector!
Carlos Crespi y su fabuloso Museo |
La misteriosa historia del Padre
Crespi habla de un religioso italiano de la Sociedad Salesiana de San Juan
Bosco que pasó 60 años como misionero en Ecuador. Durante este tiempo, y como
hobbie arqueológico, coleccionó una serie de objetos que estarían relacionados
con ancestrales civilizaciones desconocidas. Artefactos de oro con
inscripciones indescifrables, un sistema subterráneo de cuevas que contendría
una Biblioteca Metálica con la verdadera historia de la humanidad, extrañas
figuras que conectan América con la antigua Sumeria, y una conspiración del
Vaticano para mantener oculto todo lo anteriormente mencionado, forman parte de
un difícil puzle que la experta en el tema, Débora Goldstern, intenta armar en
su última investigación.
En mi reciente trabajo, «Cueva de
los Tayos. Secretos Subterráneos de los Mundos Olvidados», 2015, investigación
de una década sobre uno de los enigmas sudamericanos más importantes, dedico
tres capítulos a repasar la historia del sacerdote salesiano Carlos Crespi
Croci, y su fabulosa colección. Sin dudas este caso, verdadero X-File y centro
de un interés en constante ebullición, no siempre es abordado en toda su
dimensión, por lo cual vamos a intentar ordenar datos para tener una mejor
comprensión sobre el tema.
¿Quién era Crespi?
Sabemos que Crespi llegó al
Ecuador proveniente de su Italia natal, para iniciar una tarea pastoral con los
indígenas de la zona. Durante aquel período, que la cronología data en fines de
los años veinte, se dedica a desarrollar su ministerio, convirtiéndose en un
actor destacado en cuanto ayuda social, magna obra por la cual actualmente se
eleva su canonización. Crespi. Foto de archivo. En paralelo con estas
actividades, Crespi decide dar rienda suelta a su afición como arqueólogo a través
de objetos que, en agradecimiento a su labor, le fueron otorgando los fieles de
su parroquia. Es así que desbordado por estas piezas, ignotas en cuanto a
historia conocida, decide fundar un Museo, previa autorización vaticana.
Una colección de otro mundo
Incendio del Museo 1962 |
Con los años, la Colección Crespi —como empieza a ser conocida— se convierte en una sensación, siendo comentario obligado en toda Sudamérica. Durante 1962, tiene lugar un suceso decisivo, marcando un antes y después, estallido de un incendio en las instalaciones del Museo que, según rumores, tuvo carácter intencional. Incendio del Museo, 1962.
Siete años después, en 1969, Juan Móricz, un húngaro nacionalizado argentino,
presenta un acta notarial afirmando un descubrimiento sensacional acerca de la
existencia de una civilización perdida, de la cual, declara, encontrar
evidencias.
Esta noticia salta a los periódicos, y llega a oídos de un naciente
escritor de misterios: el suizo Erich von Däniken, quién desde Europa se
embarca hacia Ecuador. Es a través de Móricz que Däniken tiene su primer
contacto con el controversial salesiano, quién deslumbra al suizo con su
colección. Como resultado, «El Oro de los Dioses», publicado en 1972, será
confirmado como uno de los best sellers más apasionantes hasta la fecha, con la
Colección Crespi como estrella principal. La irrupción de este libro causará
una gran polémica, no solo por las piezas presentadas, sino porque, además, el
mismo Móricz se embarcará en una dura disputa ante la información transmitida.
La conexión atlante
En medio de esta situación, otros
estudiosos deciden visitar aquel extraño Museo, siendo tres de los interesados
nombres vinculados al llamado enigma mayor: la Atlántida. Quién primero se
apersona a conocer la colección es Mason Valentine, descubridor de la carretera
de Bimini. Sus impresiones se darán a luz en un artículo, y más tarde
integrando el trabajo de Charles Berlitz, quién fuera íntimo amigo. Luego le
seguirá Pino Turolla, otro atlantólogo de carrera, editando «Más Allá de los
Andes» (1980).
Richard Wingate, uno de los tres atlantólogos que visitó el Museo. Su libro,
es uno de los pocos que recrea la colección, llegando a contabilizar,
cerca de 50.000 piezas.
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Sin embargo, será con Richard Wingate, también seguidor de la tesis atlante, y con hallazgos realizados en Bermudas, que hará quizás uno de los aportes más importantes: «Lost outpost of Atlantis» (1980), donde la colección Crespi se revela como nunca antes, demostrando que Däniken estuvo lejos de exagerar con su cámara. Richard Wingate, uno de los tres atlantólogos que visitó el museo. Su libro es uno de los pocos que recrea la colección, contabilizando 50.000 piezas.En el momento de la visita de Wingate, aquel
tesoro se evaluó en cerca de 50.000 piezas, cifra apabullante. Otro dato que se
debe aportar es que se produce un segundo siniestro, revelado por Wingate en su
libro, producido —según dijo— en los 1970s. A pesar de estos contratiempos el
Museo sobrevive, y los atlantólogos estaban convencidos que algo allí vinculaba
a esa colección con la esquiva Atlántida. Más tarde una visita del culto mormón
también legaría tomas icónicas, descubriéndose piezas absolutamente
extraordinarias, resplandeciendo en cobre, aluminio y oro.
Colección Crespi. Forografías pertenecientes a Paul Cheesman, líder mormón
década de los sesenta. Tomas con simbología sumeria, inéditas, pertenecientes
a mi archivo personal.
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A partir de 1982 se inicia un período oscuro auspiciado por la muerte de Crespi, quién ya antes de su desaparición física, será testigo de cómo se desmantela su Museo a manos de su propia orden que, con complicidad oficial, comprará toda la colección con el objeto de difundir el trabajo del salesiano —promesa incumplida hasta la fecha—.
Desde ese entonces, el rastro del Museo y sus piezas se evaporan, volviéndose casi invisible. Ante preguntas sobre el destino de la colección, comenzarán vacilaciones con silencios incómodos, posición mantenida hasta la actualidad.
La instalación de un discurso oficial que busca ocultar todo rastro de aquel material será moneda corriente. Ni la insistencia de nuevos estudiosos, inquietos por conocer el paradero de los objetos, logrará romper el cerco.
Los testimonios recogidos por
aquellos que siguieron en su intento por vislumbrar la colección, revelan opiniones
brutales, mencionando el total abandono, venta, fundición y así como maniobras
poco claras, acusándose a salesianos y autoridades gubernamentales. Esta
realidad tendrá su contrapartida den 2001, cuando se lleva a cabo «Unsolved
Mysteries», primer congreso realizado sobre Ooparts, llevado a cabo en Austria,
donde piezas Crespi vuelven al ruedo, muchas de las cuales se creían
desaparecidas.
El primer interrogante que esta muestra devela es cómo estas
piezas presentadas como de la Colección Crespi salieron desde Ecuador hacia
Europa, ¿existió una autorización? ¿De quién?
Todos estos puntos son abordados en mi libro
«Cueva de los Tayos. Secretos Subterráneos de los Mundos Olvidados», con
material exclusivo, y testimonios nunca antes presentados, que resuelven
algunas de las lagunas actuales en cuanto al destino de la colección.
Visita realizada por dos jóvenes húngaros en 2013, mostrando la verdadera cara del Museo (Cortesía Edre Wagy y Lendik Erik) |
SE PUEDE ADQUIRIR DESDE AQUÍ
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